CAPITULO 13: DEPREDADORES

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Alec llevaba horas escondido entre las sombras, esperando a que alguna dulce chica cruzara por las calles más solitarias del pueblo. No era la primera vez que se pasaba por ahí pero si sería la primera en que no cazaría nada, ni un gato callejero se atrevía a pasar por ahí y todo por culpa de los recientes homicidios.

No era secreto que las especies sobrenaturales no congeniaban bien y la razón principal era la que se estaba viviendo en ese momento, las victimas. Y es que cada criatura tenía una forma diferente de matar y la mayoría no lo hacía para alimentarse, no como los vampiros, la mayoría mataba por diversión y Alec era de esos vampiros que no tomaban en cuenta a las demás especies, es más, una vez le robo el alimento a un carroñero de la boca y luego lo mato sin ningún remordimiento. Pero ahora, su padre le había prohibido expresamente interferir con la criatura asesina - con el jaguar - diciendo que le dejara conseguir su diversión, porque con eso... el maldito elegido daría la cara por fin.

Así que un decepcionado y aburrido muchacho, dio un salto de más de tres metros de altura, cayó sobre sus pies y se dispuso a caminar a su casa, cuando se percato de que su enemigo mortal, Ángel iba saliendo de entre callejones. La curiosidad fue mayor, así que con su velocidad de vampiro se logro subir al tejado de una casa y desde ahí, oculto por las copas de los árboles, fue siguiendo a Ángel hasta que lo miro entrando a la iglesia de la esquina. Alec arrugo el semblante y se sentó de tirón sobre un tejado, dejando que sus piernas quedaran colgando hacia lo que claramente era el pórtico de una casa. Esperaría.

Mientras tanto, Ángel se abrió camino entre las butacas vacías de la iglesia, había muchísimas para ser un lugar tan discreto pero no costaba imaginarse que ceremonias hermosas se celebraran ahí pues después de todo, las paredes seguían siendo de roble blanco con acabados de oro que las hacían lucir como las de un palacio rustico de época. Camino con paso firme hasta el atrio donde se encontró con una pila bautismal por completo seca, paso un par de dedos por debajo de esta, hasta que encontró lo que claramente era una llave. Dio vuelta a ella y un par de gotas empezaron a caer desde los extremos de la pila. Ángel saco las estacas de la bolsa que llevaba y sumergió cuidadosamente las puntas en el charquito de agua que se había formado ya y entonces...

— ¿Qué está haciendo? – se escucho preguntar y Ángel guardo rápido las estacas dentro de sus mangas y se giro para ver quien le hablaba. Era un sacerdote, uno casi tan alto y robusto como el mismo y con una mirada penetrante. — ¿Que hace aquí señor? — volvió a preguntar.

— Yo, Uh... solamente... — Ángel no sabía ni que decir, pero estaba cien por ciento seguro de que aquella no era una buena primera impresión para un recién llegado a la ciudad y mucho menos con un sacerdote, que claramente debía de ser una figura de autoridad para todos.

— ¿Usted hizo esto? — exigió saber el furioso hombre, mientras cerraba la llave y cortaba el paso del agua.

— Yo, si... es que... la necesito, soy nuevo en esta ciudad y... pues quería... bendecir mi casa. Yo solo quiero... encajar aquí, padre. — comento, tratando de hacer su mejor imitación de hombre compungido. El padre lo fulmino con la mirada y asintió molesto.

— Bueno hijo, pues debo decirte que esta no es la mejor forma de comenzar. — dijo el padre y Ángel tuvo que hacer un esfuerzo titánico por ocultar su molestia.

— Lo sé, lo lamento. — murmuro

— Bueno, creo que por esta vez lo podemos olvidar... Veras, somos una comunidad muy unida aquí en Woodstock y siempre nos gusta recibir sangre nueva. Creo que encajaras muy bien aquí muchacho. — comento

— Eso espero — murmuro Ángel y esto si era verdad.

— Veras que sí. Yo soy el padre Kieran Wuhrer, a tus ordenes — Y extendió la mano. Ángel se quedo mirándolo un segundo, dudoso en si deberia o no aceptar el saludo pero termino por aceptar y estrecho su mano.

ANGEL & DEMIAN: EL NIÑO DE LA PROFECIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora