ꕤ 𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐 𝑯𝒖𝒔𝒃𝒂𝒏𝒅𝒐 [𝑪𝒉𝒂𝒓𝒂𝒄𝒕𝒆𝒓 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓]

𝟔𝟒. ⁶¹ || 𝐓𝐨𝐝𝐨𝐫𝐨𝐤𝐢 𝐒𝐡𝐨𝐮𝐭𝐨 || 𝐁𝐨𝐤𝐮 𝐧𝐨 𝐇𝐞𝐫𝐨.

Dedicado: No no.

Título:

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• |  E̷s̷c̷a̷p̷a̷r̷  ̷J̷u̷n̷t̷o̷s̷   • |
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Advertencia: Segunda parte del relato de Midoriya Izuku.

Un pesado suspiro, con un reconocible atisbo de inquietud, escapó de sus labios al momento de reposar su agotado cuerpo sobre el asiento de un cómodo mueble; que poseía una implecable, además de intensa, tonalidad azabache debido a la poca frecuencia con la cual era utilizado.

Ladeó su cabeza hacía un costado, en un perezoso movimiento, al tiempo que su melena castaña, de aclarado tono natural, se removía con su acción en una destacable serenidad. Sus orejas animalejas, de adorable conejo blanquecino, se hallaban por lo bajo ante la abrumadora emoción de aflicción que devoraba sus entrañas. Sus orbes, grandes y expresivos, de potente color nocturno se posaron en un perdido punto del techo de la hogareña vivienda silenciosa.

En donde solo la presencia de la dama de llamativas orejas de ruedor podía percibirse en su solitario interior.

Aquella mujer en edad adulta, aunque no lo bastante mayor, se encontraba en una residencia en la cual hacía su, supuestamente, dulce hogar. Una moderna doncella que recientemente había ingresado al conflictivo mundo del matrimanio. En su mano zurda, envolviendo uno de sus regordetes dedos, se encontraba un hermoso anillo en perfecto estado y destacante belleza invaluable.

Le echó un rápido vistazo al accesorio, que representaba su unión en matrimonio, que se deslumbraba en su dedo con un brillo cautivador. En aquella fugaz mirada, apenas de unos cuantos segundos, miles de recuerdos pasados se adueñaron de su cansada mente. Abundante en silenciosas dudas.

Con notoria fuerza apretó los dientes; manteniendo con aquella acción sus traicioneras lágrimas controladas. Evitando que escaparan fuera de sus cristalinos orbes negros.

Sin embargo, de forma imprevista, se escuchó la sencilla melodía de un timbre resonar con persistencia por toda la vivienda. Rompiendo así, con aquel apacible sonido, el envolvente silencio que se cernía con frialdad en el solitario hogar.

Ante el aviso de un inesperado visitante, por parte del melodioso sistema, la castaña se sobresalto, profiriendo un gritillo de espanto, en un lugar evidentemente asustada. No obstante, la dama conejo ignoró los freneticos latidos de su corazón, debido al repentino susto, y se dispusó ha atender a la persona que estuviera al otro lado de la puerta.

Sin mucha tardanza, debido a su gran velocidad hereditaria, terminó situandose frente a la entrada principal de la vivienda. Aún así, antes de abrir la puerta, se lanzó una mirada por un cercano espejo para ver en que estado se encontraba su rostro. Por suerte, aquel anterior susto había alejado todo rastro de lágrimas traicioneras o decaído estado en sus rasgos femeninos. Libre de toda sospecha; se sintió confiada de abrir la puerta a la paciente persona detrás de ésta última.