Poco después de eso reaccioné y la mire sobre mi hombro, la maestra de matemáticas estaba atrás de mi, su cabello rubio estaba perfectamente peinado en una cola alta, su falda oscura que usa la mayoría de veces llegaba un poco más debajo de sus rodillas y su camisa blanca de cuello con todos los botones perfectos. Ella no es como todas las profesoras en este colegio, la señorita Evans es joven, debe tener unos 30 y algo. No se veía muy contenta que digamos, bueno, en realidad nunca se ve contenta.

Me aclare la garganta y terminé de girarme sobre el taburete, quedado al frente de ella—. Disculpe, no estaba...escuchando.

La mayoría de el tiempo cuando leo no estoy en ese mundo, y es raro, me meto demasiado en el libro, lo hago para escapar de la realidad y despejar mi mente concentrandola en un mundo ficticio, algo que no es real pero tan necesario en mi vida.

—¿Cree que escuchar música mientras le hablo es de buena educación, Tessier?

De inmediato me quite mis audiculares—. Olvide que los tenía puestos, lo siento—

Ella me interrumpió—, ¿pasa algo contigo, Estela? eras una de mis mejores alumnas y ahora tus notas están más bajas de lo normal, de verdad me has decepcionado, esperaba más de ti. Tu desempeño académico a decaído demasiado, últimamente has estado muy distraída, parece que has descuidado tus estudios. Me temo que tendré que llamar a tu madre.

Mi mirada seguía al frente, yo solo asentía a lo que decía. Sentí ese ardor en mis ojos, sin embargo lo reprimí
—. Si, tiene razón, me esforzaré más —forcé una sonrisa y trate que mi voz no se descontrolara.

—Eso espero, recuerde que los estudios son su única responsabilidad y preocupación.

Me parece una idiotez rebajar los problemas de los demás por "los estudios son la única preocupación."

Mis manos sobre mi regazo se envolvían en puños cada vez más fuerte, mis uñas marcaban mi piel al pasar de los segundos.

La única responsabilidad, la única preocupación.

Ojalá fuera así.

Yo asentí amablemente.

Después de todo yo era la alumna ejemplar, sería muy inrrespetuoso de mi parte llevarle la contraria a un docente, ¿no?

La señorita Evans me dio una última mirada y se fue, el tacón de su zapato resonaba contra el suelo cada vez que se alejaba.

—No entiendo que les pasa a los jóvenes de hoy en día —susurro para si misma ante de desvanecerse por la gran puerta de la biblioteca.

La tensión acumulada en mi pecho se desvaneció poco a poco, al igual que esa falsa sonrisa. Solté un largo suspiro.

Me levanté sosteniendo el libro contra mi pecho, estaba en camino a la estantería sobre medicina para devolver el libro a su lugar. Mis pasos sonaban contra el piso blanco bien pulido, podía observar los coloridos árboles a través de las grandes ventanas en algunas paredes, niños corriendo sobre las hojas caídas, me recuerda a cuando era pequeña y solo tenía la preocupación de que mi dibujo para la escuela quedará perfecto, o de no perderme mi programa favorito después de el colegio.

Encaje lentamente el libro en un pequeño espacio de esa gran estantería de color negro con detalles en dorado. Apoye mi frente en dicho mueble negro.

Se que es muy estúpido de mi parte sentirme mal por esas palabras, que probablemente tenga razón. Pero es lo único en lo que soy buena y sobresalgo, si no nadie me notaría, de hecho, todos aquí me conocen por participar en los eventos escolares que ellos dicen que son aburridos y por lo tanto, eso me hace aburrida, según ellos.

Un beso bajo las estrellas ©✓Where stories live. Discover now