Capitulo 3

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Comenzamos a vernos cada vez que ella salía, dos o tres veces en la semana, pero ni hablar de pasar juntos un fin de o una noche. Sus padres no tenían idea que estaba saliendo con alguien y no acostumbraba a mentir, ni siquiera por mí.

Comenzamos a llamarnos, a mandarnos audios de WhatsApp, videos llamadas por las noches antes de dormir, nunca había tenido en cuenta lo que se involucra en una relación, ella fue quien sin forzarme a nada iba consiguiendo todo.

Descubrí en el tiempo que pasábamos juntos, que era una compañía exquisita, no sé cómo pasó, esperaba impaciente el momento de verla.

A medida que la fui conociendo, descubrí rasgos de su persona que la hicieron entrar de lleno en mi vida. Fina, culta, elegante, simpática, inteligente y con clase, si tenía algún defecto, yo aún no lo notaba.

Había algo en su mirada que me fascinaba, se detenía todo a mi alrededor y eso me daba miedo, no quería quererla.

La deseaba con una intensidad que antes no había sentido, no era sexo solamente, pero no habíamos pasado de unos besos calientes y algunas caricias, no porque yo no lo intentara, ella sabía hasta donde quería dejarme llegar. Algo más de dos meses viéndola de vez en cuando y sin pasar de lo básico.

Cada tanto me daba una vuelta por la Arístides donde tomaba algo con amigos, aunque con mucha menos frecuencia de lo habitual.

Martín me llamaba cada tanto para encontrarnos a charlar, decidí volver a salir sin decirle nada a Mariela, no tenía como enterarse no había entre nosotros amigos en común, salvo Julieta que en realidad era su amiga, no mía y generalmente nos veíamos de tarde. 

Durante uno de nuestros encuentros, planteo la necesidad que presentarme a sus padres, ella quería pasar a otro nivel sin dudas, me inquietó un poco y consideré que era muy pronto todavía, no estaba en mis planes tener una relación de ese tipo.

Entendía perfectamente que esto iba a llevar tiempo y estaba dispuesto a esperar lo que fuera necesario, pero no tuve en cuenta la necesidad de tener sexo, no podía evitar cada vez que pasaba unas horas con ella con solo darme un beso, la erección era insoportable.

Había vuelto a mi adolescencia, masturbándome cada vez que volvía a casa después de verla o simplemente con pensarla.

Una noche tarde ya, apareció Laura, de quien había olvidado completamente y como siempre venia preparada para todo,

Mi necesidad de sexo era tan grande que me entregue sin resistirme demasiado y ella conocía bien del tema, empezó por sacarse la ropa sin dejar de mirarme, se humedeció los dedos con la lengua y comenzó a masturbarse y a gemir sin sacarme los ojos de encima.

Mariela me traía como loco, eso era verdad.

Pero no estaba muerto ante una propuesta así.

Me dejé llevar por las terribles ganas de coger que tenía, la empujé sobre la mesa, me acomodé entre sus piernas y la penetré de una sola vez, sin preocuparme por ningún juego previo, lo que menos necesitaba era ese tipo de provocación con la abstinencia que estaba sufriendo.

Laura se sentía alagada, pensaba que toda esa calentura era porque la había extrañado, no tenía idea que mi deseo lo provocaba otra mujer.

Cada tanto volvía a casa con compañía, mantenía encuentros paralelos. Eso me sirvió para mantener mi apetito sexual controlado.

A Laura le dejé en claro, que no estaba interesado en otro tipo de relación, era solo sexo. 

Yo mismo me engañaba pensando que de esa forma calmaba el estado de excitación que Mariela desataba, me moría por hacerle el amor y nada parecía matar esa sensación de calentura.

Vulnerable.    (Diegodelig)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα