Yeongyu's Shipper [Yeongyu] Completa

Diez

Las horas en el Instituto Nacional de Seúl pasaban muy lentas, HueningKai movía con apuro su pierna izquierda en tanto golpeteaba el mesabanco con su lápiz de manera insistente, viendo con mucha ansiedad las manecillas del reloj que se movían con lentitud.

¿Por qué algunos días parecen nunca querer terminar? Y peor aún, curiosamente casi siempre son en dónde nos sentimos más miserables.

Han pasado cuatro días desde aquel "incidente" en la cafetería y todo parece ser demasiado frío. El castaño mentiría si dijera que no se arrepiente de sus acciones.

Soobin y él no se han dirigido la palabra, ambos demasiado orgullosos para pensar en tan siquiera dar su brazo a torcer. Taehyun se ha mantenido a su lado como buen amigo y compañero de club.

El club.....

No podría decir que se "quebró", él jamás permitiría que éso pasase, pero tampoco era el mismo entusiasmo que mantenían cada día al momento de ver a su shipp.

Yeonjun y Beomgyu, seguían siendo unidos, los mismos mejores amigos uña y mugre, solo que todos los alumnos se dieron cuenta fácilmente de que algo había cambiado. El semblante del rubio ya no era igual al de antes, ahora lucía un poco más "apagado", como si la energía lo hubiera abandonado por completo y tal parecía que el peliazul no hacía nada para remediarlo.

HueningKai no sabía que preferiría ver, que su Yeongyu se ignore (como él y Soobin), o que permanezcan juntos pero alejados a la vez.

Finalmente el timbre sonó y el shipper tomó su mochila con rápidez y salió incluso antes de que el profesor pudiera decir algo. Cabe mencionar que llevaba prisa, necesitaba encontrar a Taehyun y Ryujin cuánto antes, las únicas personas a las cuáles (actualmente), era afín.

¿Cómo fué qué un simple plan "inocente" pudo terminar con toda la armonía que parecía albergar a sus amigos? Nunca había sido su intención dañar a nadie, al contrario, lo que HueningKai más deseaba en el mundo era poder hacer que su shipp existiera. Aunque quizá Soobin tenía razón y solo existía en su mente.

Uno nunca puede forzar a dos personas a salir por mero gusto propio, simplemente no es correcto. Y era difícil para él entenderlo.

Beomgyu tomó la hoja de papel color azul que se encontraba perfectamente doblada dentro de su casillero, manteniendo en todo momento su ceño fruncido y una gran interrogante dibujada en su lindo rostro.

La curiosidad picaba sus manos, así que se apresuró en abrirla. Solo una persona en todo el instituto se sabía su combinación al derecho y al revés.

Y Beomgyu solo podía conocer a una persona que amará tanto el color azul.

Fácilmente pudo comprobar sus sospechas al ver el dibujo de él mismo con el disfraz de vampiro que hace tantos años había utilizado en ése Halloween, a su lado, otro niño (un poco más alto) con el disfraz de lobo y con una sonrisa de oreja a oreja que hacían a sus ojos parecer dos medias lunas. Solo que había algo diferente, Beomgyu no recordaba en ése entonces haber tomado la mano del contrario y que éste mantuviera su atención totalmente puesta en él. Era extraño.

—Bebé.

El susurro que Yeonjun dió detrás de su nuca, le mandó diversos escalofríos y lo tomó desprevenido, generando que diera un respingo del susto sobre su lugar y volteara con rápidez en dirección a su mejor amigo.

—Idiota— siseó, con una mano en su pecho de forma exagerada —Me asustaste.

El peliazul sonrió de medio lado y encogió sus hombros, abriendo su casillero que se encontraba a un lado del rubio.