》Six; her secret

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-¿Alison? Por favor, responde, ¿qué sucede?- imploró Ashton al contestar la llamada que le había hecho la castaña hace unos segundos atrás. Solo se escuchaban los sollozos de la chica y la manera en como sorbía por la nariz.

-Te necesito- dijo ella en un hilo de voz y cortó la llamada.

Habían pasado ya más de cinco días desde el último encuentro que tuvieron ambos debajo de aquel árbol. Ashton estaba más que preocupado al no saber nada de Alison, ya que no la había visto y mucho menos le había contestado sus llamadas y mensajes. Él le comenzaba a tomar un cariño muy grande, como si su trabajo fuera cuidarla y protegerla.

El chico salió corriendo de aquél parque donde se encontraba, hacia la casa de la chica. Por suerte él la había visto entrar a su hogar una vez y sabía precisamente el lugar donde ella vivía. Mientras corría, se insultaba a sí mismo por no ir antes a verla y saber si estaba bien o no. Al llegar a la entrada de la noble morada, tocó la puerta infinitas veces esperado que alguien abriera, pero nadie salió. Trató de abrir, pero para su mala suerte tenía el pestillo puesto. Retrocedió unos pasos y se tomó el pelo entre las manos, jalando fuertemente de éste, giró la cabeza y vio a su salvación; una ventana abierta.

Como pudo, entró por esa pequeña ventana que era precisamente de la sala de estar. Se levantó rápidamente del suelo y corrió hacia las escaleras que estaban al salir de la sala. Iba de dos en dos, tratando de llegar lo antes posible a la segunda planta y encontrar a Alison. Estando allí, vio tres puertas en el corto pasillo; una que estaba abierta a su derecha y dos cerradas a su izquierda. Abrió la primera de la izquierda y volcó los ojos al ver que era el baño. Caminó lentamente a la segunda, tomó el picaporte -que, agradecía a Dios, estaba sin pestillo- y lo giró, para encontrase con una habitación completamente a oscuras.

-¿Alison?- preguntó él encendiendo la luz desde el interruptor-. ¿Alison?- repitió al no revivir respuesta alguna.

Cuando la luz iluminó la habilitación, vio que en el suelo había frascos de medicina con píldoras y tabletas esparcidos alrededor; también había viejos espejos rotos y una gran cantidad de colillas de cigarrillos. Escuchó sollozos desde el lado de la cama que no alcanzaba a ver. Se acercó y encontró a una castaña tirada en el suelo en forma de ovillo. Tenía el pelo enredado y desordenado, la piel la tenia más pálida de lo normal, esta vez llevaba unos pequeños shorts negros con una camiseta del mismo color que dejaron a la vista de Ashton una infinidad de marcas, moretones y cicatrices sobre la blanca piel de la chica.

-Ashton- sollozó ella al levantar su mirada y toparse con la de él. Sus ojos no dejaban de derramar lágrimas, cosa que rompía el corazón del chico.

-¿P-pero qué es todo esto?- tartamudeó Ashton al ver más de cerca la piel con tonos obscuros de la chica.

-Lo siento- se abalanzó contra él y enrolló sus brazos alrededor de su cuerpo-. Lo siento, debí de decirte- sollozó ella sobre su hombro.

-Tranquila- acarició el pelo enredado de la castaña y depositó un beso sobre su cabeza. La tomó de las mejillas y con sus manos limpió éstas-. No te preocupes, todo estará bien.

Al escuchar esas palabras, la chica explotó en lágrimas. Ella sabía que no estría bien. Llevaba ya varios y largos años en los que ha esperado que todo, algún día, esté bien.

Ashton se separó del abrazo y pasó sus dedos por la piel de la chica, ella soltó un gemido de dolor y quitó rápido su mano, miró ésta y tenía un líquido espeso y rojizo. Levantó su vista hasta los ojos azulados de Alison y ella soltó más lágrimas. Besó de nuevo su cabeza y secó las lágrimas con sus dedos.

-No me importa qué hayas hecho- tomó las manos del regazo de la castaña y acarició sus nudillos-, nunca te dejaré sola.

Alison miró fijamente los ojos del chico y vio sinceridad en ellos. Sus ojos eran de un color avellana con unos tonos verdosos; hermosos para cualquiera, incluso para ella. Examinó todo su rostro y se dio cuenta de lo atractivo que él era realmente; aunque también era ridículo que no lo hubiera notado antes.

-Te quiero- murmuró él e inclinó un poco su cabeza hacia adelante.

El corazón de la chica se detuvo al escuchar ese par de palabras. Se sentía verdaderamente querida. Se abalanzó sobre él y besó sus labios castamente, cerró los ojos con fuerza y un par de lágrimas salieron de ellos, resbalando por sus mejillas. Talvez no lo volvería a ver si le contaba sobre su enfermedad.

Depression ➳ IrwinDove le storie prendono vita. Scoprilo ora