》Two; she

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Pasaron los días y Alison tenía que ir con su terapeuta. Ella no estaba loca, sino que su madre la obligaba a ir; pero no era su culpa. Alison tenía un problema y era necesario que fuera a hablar con una persona que la ayudaría con él; aunque fuera una persona que sólo escribía en un cuaderno y escuchaba a personas con este tipo de trastornos, sólo por recibir dinero a cambio.

-Me contaron por ahí que trataste de hacerlo de nuevo, Ali- habló Natalie, la terapeuta, mientras rebuscaba el expediente de Alison entre sus cosas.

-No me llame así- gruñó Alison. Ella tenía un carácter un tanto especial.

-¿Por qué volviste a intentarlo? ¿Qué te hizo tomar esa decisión?- Natalie trató de sonar lo más comprensible que pudo, tenía que ganarse la confianza de la chica para realizar su trabajo.

-¿Sabe algo, Natalie?- dijo la castaña mientras se levantaba del sofá-. No es necesario hablar de esto. Ambas sabemos que a usted no le importa cómo me sienta y mucho menos le intereso yo; y también sabemos que yo no quiero estar en éste lugar- Alison caminó hacía el escritorio de la señora de treinta y pocos años, y apoyó las manos sobre éste-. Así que mejor abra esa jodida ventana y me deje salir de una buena vez, sin que se entere mi madre.

Natalie miró los ojos de la castaña y negó firmemente con la cabeza. Alison gruñó y se dirigió a la puerta dando fuertes pisadas. Tomó el picaporte y salió del consultorio, hecha toda una furia. La terapeuta salió detrás de Alison y se acercó a su madre. La castaña miró a ambas mujeres hablando, y bufó alejándose de ellas. Sin duda Natalie le estaba diciendo a su madre de lo ocurrido.

A Alison le gustaba ir a casa caminando, ya que su madre no la podía regañar si no estaba junto a ella. Así que salió del lugar y el aire frío golpeó contra sus brazos desnudos, haciéndole sentir una corriente sobre ellos; rápidamente se colocó su suéter.

Sí, talvez Alison intentó quitarse la vida otra vez, talvez volvió a fallar en hacerlo, talvez un chico que no conocía la salvó y talvez ella lo odiaba por arruinarle las ganas de ser aplastada por un autobús; pero ella no estaba al cien por ciento consciente de lo que iba hacer, era su enfermedad la que le cubría los ojos y la hacía pensar que todo en la vida era de color gris y que era mejor estar enterrada a tres metros bajo tierra, esa enfermedad que no sabía cuándo ni cómo término invadiendo toda su mente. Era su enfermedad la que no la dejaba ser feliz.

La castaña siguió caminando sobre la acera, gruñendo y maldiciendo entre dientes, mientras pateaba todo lo que se atravesaba en el camino.

-Hey- una voz desconocida, pero un tanto familiar, la llamó.

Alison giró su cabeza y, a su lado, se encontraba ese chico que odiaba desde hace días sin tan solo conocerlo. Ese chico que le salvó la vida de ser aplastada por un autobús. Ese chico que desconocía su nombre pero que nunca olvidaría su rostro. Ese chico era Ashton.

-¿Qué haces tú aquí?- gruñó Alison al tener a ese chico frente a ella.

-Solo me paseaba por ahí- Ashton contestó mientras se encogía de hombros y metía las manos en su chaqueta.

-Déjame en paz- espetó la chica y siguió con su camino.

Pero Ashton no podía dejar que se fuera, no sin antes saber un poco sobre ella, o por lo menos saber la razón por la que intentó matarse.

-No sé si me recuerdes- habló Ashton, caminando detrás de ella-, pero yo te salvé de ser aplastada.

-Claro que te recuerdo- murmuró Alison sin dejar de caminar y mirar al frente.

Faltaba menos de dos calles para que Alison llegara a su hogar, así que trató de ir lo más rápido posible para quitarse a ese chico de encima. Pero Ashton le seguía el paso continuo.

-¡Déjame en paz!- Alison giró de depende y empujó a Ashton con ambas manos.

-Sólo quiero que me digas por qué trataste de matarte aquél día- el chico se encogió de hombros y dio un pequeño paso hacía ella.

-No es de tu incumbencia- gruñó de nuevo-. Ahora vete, ni siquiera te conozco.

-Soy Ashton- éste sonrió dejando a la vista unos adorables hoyuelos sobre sus mejillas-, el que te salvó la vida- agregó con un aire de superioridad.

-El que me arruinó mi perfecta oportunidad- corrigió Alison con una sonrisa cínica-. Gracias por eso, Ashton- agregó sarcástica.

Un leve dolor en el pecho entró en el chico, escuchar cómo dijo esas palabras lo hacían sentir abatido. ¿Cómo una chica tan linda como ella pensaría en matarse? Sí, tal vez no se conocían, pero él quería hacerlo; quería ayudarla a vencer su problema.

Alison, al notar que Ashton no contestaba, se dio media vuelta y salió corriendo en dirección a su casa. Al fin se pudo escapar de ese idiota, o eso pensaba ella.

Depression ➳ IrwinWhere stories live. Discover now