Su mirada se posó en el azabache frente a él. Su pelo estaba desprolijo, hasta para él, sus ojos estaban rojos y la pequeña sonrisa que recordaba que Alec siempre llevaba cuando estaba con ellos en las misiones ya se había esfumado, e inclusive podía apostar que había perdido peso. En conclusión, estaba horrible y todos sabían a qué se debía.

Isabelle no estaba mejor, de hecho todo lo contrario, estaba de una forma jamás vista en ella; desarreglada, jamás nadie había visto a Isabelle Lightwood sin ropa convinada, cabello perfecto y maquillaje impecable, pero ni el mejor maquillaje podría cubrir los rastros fantasmas de lágrimas que habían en todos su rostro.

-Todo esto es mi culpa- exclamó estresado.

-¿En qué estabas pensando?- reclamó Isabelle llegando con ellos.

-¡Pensaba en que si hacia las cosas bien esta vez, no habrían problemas o la muerte de un ser querido que lamentar! ¡Yo solo quería ser bueno en mi trabajo como ella dijo que era!- gritó exhausto hacia la azabache.

Cuando miró a los ojos de sus amigos, pudo ver cómo Alec abrazaba a su hermana menor, que había roto en llanto otra vez, mientras que el dejaba caer silenciosas lágrimas.

El peso de la escena era demasiado para él, por lo que optó por irse de inmediato para poder descargar el dolor que sentía.

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Alec entró a la cabaña, después de haber consolado y dejado a su hermana durmiendo, el iba a tratar de hacer lo mismo.

No dormía mucho, las pesadillas lo estaban matando por las noches, a lo sumo lograba consiliar sueño por algunas pocas horas.

Una vez dentro, lo primero que hizo fue encender el agua, y prepararse un té caliente, que tomó en silencio.

A pasos lentos fue hasta la segunda habitación del lugar y abrió la puerta, su respiración se cortó en ese segundo; la habitación estaba igual a como la había dejado la última vez, con la gran cuna en medio, con el colgante de juguete que se suponía iba a ser para su hijo, y con varios peluches para que jugara.

-No pudo ser...- susurró para sí.

Limpió las pequeñas lágrimas y cerró esa puerta con llave. No era tan valiente como para entrar.

Cuando siguió su camino hasta la que era su habitación, al abrir la puerta el olor a vainilla que Ágatha siempre tenía lo inundó en un mar de emociones.

Caminó hasta sentarse en su lado de la cama, dónde el olor en la almohada se había más intenso.

Alec se recostó, en el lado de Ágatha, inevitablemente las lágrimas comenzaron a desbordar sus ojos; había tratado de ser fuerte, por su hermana, por Jace, por Magnus, pero el lo había perdido todo... Y uno no sabe cómo seguir cuando lo has perdido todo.

"Vuelve"

en la cocina, usando alguna de las camisas que siempre le robaba y preparando su desayuno favorito, sus sándwiches con jugo de naranja; nadie los hacia como ella.

Se dió media vuelta y del bolsillo de su pantalón sacó la primera y única ecografía de su bebé, siempre se la quedaba mirando, imaginándose cómo sería.

-Tendría que haberlos cuidado más- sollozó.

Terminó por dormirse entre sus propias lágrimas, aunque solo Raziel sabía cuánto iban a tardar los recuerdos y los malos sueños en despertarlo, pero por esos minutos, Alec tenía paz.

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Lo que antes había sido oscuridad, ahora de estaba transformando en una fría luz y cuando  sintió todos los huesos de su cuerpo despertar, también lo hizo ella.

𝗔𝗚𝗔𝗧𝗛𝗔 ━━ Shadowhunters (Sin Editar) Where stories live. Discover now