10; moments

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Las palabras de ánimo rebotaban contra las paredes de aquella sala. Las personas que se encontraban allí hacían su mayor esfuerzo mientras, en algunos casos, eran vistos por sus seres queridos. Los profesionales hacían su trabajo, ayudando a estos pacientes con sus ejercicios, mientras le susurraban lo bien que lo hacían y les acompañaban en el proceso de autosuperación que estaban realizando, sudando, sin llegar a rendirse.

Jeon jeongguk era uno de dichos pacientes. Mantenía sus manos fuertemente agarradas a la barra de metal, algo fría, pero calentándose por momentos debido a la fricción ejercida, sujetando el peso que aún no era capaz de mantener del todo por sus propias piernas. Daba pasos firmes a través del camino que su fisioterapeuta le había preparado aquel día para su rehabilitación. Había pasado dos meses desde que su hermano le había dado aquella buena noticia y el chico había mejorado de un manera abrumadora. Actualmente era capaz de andar apoyado en unas muletas. Sus piernas y cadera respondían ante el movimiento que su cerebro les daba, casi sin problemas, pero aún no estaban lo suficientemente fuertes para poder mantener todo el peso del tronco superior. Era por esto por lo que sus sesiones se estaban centrando más en conseguir fuerza en sus músculos inferiores, acabando siempre con un camino a recorrer, obligando a sus piernas a estirar y no perder la coordinación que había conseguido en estos tres meses que llevaba rehabilitándose. Gracias a los esfuerzos de estos últimos meses había sido capaz de abandonar la silla de ruedas casi al completo, e iba a los sitios andando, por sus propios medios, aunque de una manera algo lenta, acompañado siempre de sus muletas decoradas por la gente que le hacia feliz. 

Kim Hyieri era una de las personas que se encontraba allí apoyando a sus seres queridos. Miraba a Jeongguk andar, agarrado a la barandilla, soltándose en alguna ocasión un par de segundos, para probarse a si mismo y a sus piernas, y le daban ganas de llorar de felicidad, por él. Le había acompañado estos meses en ese camino lleno de espinas al que se había enfrentado, cortando todas sin achantarse ni un segundo, siendo el escudo que necesitaba a veces para no llegar a pincharse. Había visto como había ido evolucionando, poco a poco, como, después de noches de dolor por el esfuerzo y lágrimas derramadas por los pensamientos negativos, no se había rendido en ningún momento, y estaba orgullosa de él. Era un guerrero con todas las letras, y ver como le brillaban los ojos, emocionado, ante el equilibrio que conseguía mantener en esos segundos de riesgo, le hacían emocionarse, llegando a derramar alguna lágrima que no se preocupó en limpiar.

Jeongguk se había convertido para ella en su ejemplo a seguir. En un principio, ella, se había acercado a él para poder ayudarle, mostrarle que la vida, para otros pues para ella no tanto, valía la pena, y que merecía sonreír y cumplir todo lo que se había propuesto. Se acercó a esa cara afligida, triste y desesperada que no se atrevía a mirarle, con la intención de convertirse en lo que él se había convertido para ella, un alma a la que admirar, guerrera, luchadora, que le salvaba cada vez que se caía en un charco de mierda. Las tornas habían cambiado tan rápido que, en un principio, se sintió mal, queriendo, desesperadamente, recuperarse, ponerse mejor, para poder ayudarle más de lo que él le ayudaba. Pero se dio cuenta de que no podía forzarse a ello si no sentía que era el momento, si no encontraba las fuerzas necesarias, por lo que desistió y aceptó aquel destino, uno donde él le estaba salvando a ella, enseñándole el significado de la vida. 

Mantenía una sonrisa, incontrolable, en su cara, la cual se encontraba menos pálida, menos desnutrida y delgada, mirándole, viendo como estaba a apunto de terminar el recorrido. Se encontraba sentada en un banquito, al lado de un señor que estaba allí, viendo a su mujer haciendo sus ejercicios, recuperándose de una caída algo dura para su edad. Había hablado un par de veces con los dos y se había dado cuenta del amor que se tenían aún el uno por el otro.

¿Jeongguk y ella llegarían juntos a esas edad?

— Hola — La voz de su novio, que ya había acabado su sesión de hoy, pero que no se había percatado de ello, pues se había quedado perdida en sus pensamientos sobre su relación, le sacó de su trance. Se había acercado a ella sentado en la silla, necesitando un poco de descanso en sus piernas tras los intensos ejercicios. A veces se esforzaba más de la cuenta, generándose dolores bastantes fuertes, y llevándose un par de reprimendas por parte de su hermano y sus médicos. Sabían que quería recuperarse cuanto antes, pero con eso solo podía conseguir llegar a hacerse daño. 

Reminiscence | jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora