Capítulo 68: Conflicto en la Isla Hierro.

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Antes actuaron por impulso, pero las indicaciones y/o órdenes no tardaron en llegar.

—¡Todos los que posean la fuerza y Pokémon que les faciliten el trabajo a la hora de mover cosas pesadas, vienen conmigo! —Gritó Rouse, tomando la iniciativa.

Ninguno de los que cumplía con los requisitos señalados por ella se atrevió a cuestionarla, y confirmaron que la seguirían con un fuerte:

—¡Si, señora!

Ryū se distrajo un segundo por la escena, y sintió unas enormes ganas de reír que contuvo como pudo.

—Tu novia parece una mujer ruda. Tiene mucha presencia. —Comentó Byron, algo sorprendido a la par que divertido. Sus palabras no pasaron desapercibidas para el dragón, quién respondió con un resoplido.

—No tienes idea. —Dijo en corto, dejando las cosas ahí para pasar a un modo más serio—. Arata, Nahomi, busquen a la Enfermera Joy y ayúdenla en lo que puedan, no dejen que la molesten mientras hace su trabajo. Desde ahora su seguridad corre por nuestra cuenta, ¿Entendido?

—¡Más claro imposible! —Exclamó la castaña.

—¡Cómo el agua cristalina hermano! —Le secundó el segundo Kuronagi, sosteniendo con fuerza la Ball de su Darmanitan.

—Muy bien. Con respecto a las personas que siguen a Byron, lo mejor será que se dividan. Que unos continúen con lo que tenían pensado y que el segundo grupo se encargue de mantener a raya a los Pokémon salvajes. Hagan lo que les sea posible para crear una zona segura desde donde podamos analizar mejor las cosas. —El albino se cortó, cayendo en cuenta de que necesitaba evitar problemas de coordinación más tarde—. ¿Estás bien con lo que planteo, Byron?

—¡Ha! ¡Ni siquiera tienes por qué preguntarlo, Rey Dragón! —Soltó el mayor, haciendo uso de un tono decidido y firme—. Mi gente y mi persona haremos las cosas de la manera en que eso nos lleve a que todo se solucione, y creo que tú podrías ayudarnos con eso. ¡Estamos contigo!

—...Muy bien. —Este se permitió sonreír un poco. Procediendo a arrancar una de sus Balls de su cinturon—. Akashi, con respecto a ti.

—¿Hmph?

Mientras corrían y los grupos comenzaban a separarse, los rivales se vieron entre ellos, esperando a que las intenciones de aclararan, por un lado; y buscando las palabras adecuadas para expresarse, del otro.

Terminaron prácticamente solos para cuando eso se solucionó, y al final ni siquiera fue necesario complicarse demasiado.

—Haz lo que se te dé la gana. —Y aquella fue su conclusión.

—Ja. Lo mismo para ti. Solo asegúrate de no destruirlo todo. —Contestó el peli-rojo, volviendo su vista al frente.

—No me hagas prometer cosas que no puedo cumplir.

—Que problema contigo, viejo.

Finalmente, se desearon buena suerte chocando los puños para luego partir caminos y acelerar hacía dos direcciones completamente distintas. Ambos, al igual que todos los demás, ya se encontraban totalmente centrados para este punto.

Ryū aprovechó que nadie lo estaba observando para aprovechar todo el poder que ahora tenía y aceleró hasta un punto en dónde un guepardo quedaría en ridículo. Sus pisadas apenas y se sentían mientras avanzaba, sorteando obstáculos sin problema alguno.

De pronto, al observar una gran roca, se paró sobre ella y se elevó bastante de un solo salto, procediendo a liberar a la bestia contenida en aquella Ball especial.

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