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Poco después fuimos a mi casa, estuvimos jugando junto a mi padre al juego que habíamos comprado.

-Buenas tardes- dijo mi madre al llegar de trabajar y entrar al salón.

-Bienvenida amor- dijo mi padre dándole un beso a mi madre mientras que Minho y yo seguíamos jugando a aquel juego -Por lo que veo se nos ha ido la hora al estar jugando- dijo mi padre dándose cuenta de que mi madre aquel día había llegado muy tarde de trabajar.

-¿Qué hora es?- preguntó Minho sin despegar la vista de la pantalla.

-Casi las nueve- dijo mi madre.

-Tendría que irme, llevo todo el día fuera de casa- dijo soltando una risilla a la vez que dejaba el mando a un lado de la televisión.

Guardé la partida y apagué la play y la televisión. Me acerqué a mis progenitores rápidamente al ver como Minho estaba preparandose para irse a casa.

-Si le dejan a Minho y quiere quedarse a cenar y tal vez a dormir, ¿puede quedarse?- pregunté esperando una respuesta rápida.

Tanto mi madre como mi padre sabían lo que ocurrió con mi antiguo mejor amigo, sabía que lo que les acababa de preguntar no iba a ser fácil de responder.

Tanto ellos como yo queríamos confiar en Minho.

Fuí rápidamente a la entrada al ver como mis progenitores asentían con una pequeña sonrisa.

Puse mis manos en los brazos de Minho impidiendo que se pusiera la chaqueta y logrando que me mirara confundido.

-Puedes quedarte a cenar y dormir si quieres y te dejan- dije apartando mis manos de sus brazos mientras esperaba una respuesta de su parte.

-Claro, no hay problema- dijo segundos después con una sonrisa dejando su chaqueta en el perchero de nuevo.

Sonreí inconscientemente.

Según Minho sus progenitores no solían leer sus mensajes desde que comenzaron las discusiones, pero de todos modos les avisó de que no iba a ir a casa aquella noche.

Cenamos los cuatro juntos mientras hablabamos y reíamos. Hacía mucho tiempo que no cenabamos con nadie más.

Poco después fuimos a mi habitación, nos cepillamos los dientes, yo con mi cepillo y Minho con uno que tenía de repuesto guardado en uno de los cajones del baño, y le presté uno de mis pijamas a Minho.

-¿En serio?, ¿un pijama de ositos?- me preguntó soltando una risilla mientras veía el pijama con una sonrisa.

-Si no lo quieres dámelo- le dije intentando coger el pijama de nuevo, pero lo apartó de mi alcance y me miró con una sonrisa.

-Nunca dije que no me gustara el pijama, además, tiene pinta de ser muy cómodo- dijo despeinandome con su mano libre y se fue al baño a cambiarse.

Por mi parte esperé a que saliera y una vez salió me cambié en el baño, cuando salí de este vi que Minho ya estaba tumbado en la cama con los ojos cerrados.

Nunca le dije donde iba a dormir, pero él se acomodó sin importancia alguna.

La cama era mediana, seguramente alguno amanecería en el suelo, y ese alguien sería yo, ya que la cama estaba al lado de la pared y el lado en el que Minho me dejó sitio daba al suelo, si es que me acercaba mucho al borde.

Cerré la puerta de la habitación sin poner el pestillo y me tumbé en la cama junto a Minho, quien se encontraba dormido mirando hacia mi lado mientras abrazaba un cojín.

Me puse de forma que quedara frente a Minho. Miré cada detalle de su rostro detenidamente, sí, sin duda aquel chico era hermoso incluso durmiendo.

Aún se podían notar un poco los moratones que los idiotas le hicieron, puse mi mano con suavidad sobre su mejilla, donde se encontraban los moratones.

Acaricié su mejilla con cuidado de no hacerle daño ni despertarle. Minho se acercó más a mí apoyando su cabeza en mi hombro. Aparté mi mano de su rostro e inconscientemente llevé la mano a su cabeza, donde comencé a hacerle caricias hasta quedarme dormido.

Sin duda aquel chico me traía loco.

𝘠𝘰𝘶'𝘳𝘦 𝘥𝘪𝘧𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora