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Intercambiamos nuestros números de teléfono a la salida del instituto, para así poder quedar a una hora exacta.

Mi madre y padre se alegraron cuando les dije que había quedado con un compañero de clase. Ellos parecían incluso más emocionados que yo.

Estuve literalmente veinte minutos pensando en que ponerme. Al final me decidí por unos jeans de color claro que estaban rotos por las rodillas, y una camiseta de manga corta blanca.

Cogí mi móvil al escuchar una notificación. Era Minho, me pidió que le dijera la dirección de mi casa para ir a buscarme.

Las cosas cada vez se ponían más extrañas; solamente íbamos a ir a por unos helados.

Le mandé un mensaje diciéndole donde vivía y me lo dejó en leído.

Maldito cretino.

Unos minutos después alguien llamó al timbre, me levanté del sofá con ayuda de mis muletas y me acerqué a la entrada, donde mi madre ya se encontraba hablando con Minho.

-Si quieres puedes venir a comer algún día- le dijo mi madre a Minho.

-Mamá, nos vamos- dije saliendo de casa.

Una vez fuera comenzamos a caminar; pude ver que Minho iba con una sudadera morada y unos jeans de color negro.

-No hagas caso a lo de venir a comer, no es necesario-

-¿Por qué no?, tu madre es agradable, tendré en cuenta su oferta- le miré no muy contento con lo que acababa de decir.

-En serio, no vengas- me miró con su característica sonrisa.

-Diciéndome eso conseguirás justo lo contrario- rodé los ojos y miré al frente sin ganas de discutir -Por cierto, te ves lindo- dijo logrando que por alguna razón mi corazón comenzara a latir más rápido.

-Supongo que tú también-

-Wow, nunca imaginé que recibiría un cumplido de tu parte- dijo logrando que sonriera inconscientemente.

-Pues espero que hayas disfrutado el momento, porque no volverá a ocurrir- dije aún sonriendo, cosa que era extraño en mí, y más si la razón por la que sonreía era Lee Minho.

-Si ha ocurrido una vez puede pasar otra- dijo y simplemente solté una risilla.

Me costaba admitirlo, pero Minho no era tan molesto como pensaba desde un principio.

Pronto llegamos a una heladería, pedimos dos helados y nos sentamos en una mesa que había en un parque cercano mientras hablábamos.

-No sabía que tenías amigos- dije sinceramente.

-No sé si debería ofenderme- dijo metiéndose otro trozo bastante grande del helado a la boca, no sabía como podía hacer aquello sin congelarse los dientes -Se llaman Hyunjin y Jeongin, pero a Jeongin le gusta que le llamemos I.N; se cambiaron de Instituto, y a decir verdad está bastante lejos del nuestro, pero suelo verles los fines de semana-

Asentí concentrándome de nuevo en terminar mi helado.

-¿Y tú?- me preguntó captando de nuevo mi atención.

-¿Yo qué?- pregunté confundido.

-Parece que te llevas bien con bastante gente, pero nunca te he visto más de un día hablando con la misma persona-

-Me gusta estar solo-

-¿Por qué siento que esa no es toda la verdad?- me preguntó y desvié la mirada de la suya.

-Si no te lo crees es tu problema, no el mío; además, tú mismo lo dijiste, no nos tenemos tanta confianza como para andar contándonos todo- dije metiéndome a la boca lo que quedaba de mi helado, logrando que me congelara los dientes e intentara no hacer ninguna expresión extraña que hiciera a Lee Minho reírse.

-Vamos, que hay algo más- dijo apoyando su cabeza en su mano izquierda mientras me miraba esperando que le contara algo más.

-No es de tu incumbencia- dije algo molesto.

-Tienes razón, pero me importas, y me gustaría saber que ocurrió como para que no tengas amigos-

-Olvídalo, ya te lo he dicho, no es de tu incumbencia- dije cogiendo mis muletas, levantándome y dirigiéndome a mi casa.

Minho se puso a caminar a mi lado.

-Vale, discúlpame, no quería ser una molestia- desvié la mirada a mi izquierda, justo al lado contrario en el que estaba Minho -Oye, ¿te encuentras bien?- dijo y se puso enfrente mía haciendo que dejáramos de caminar.

Al ver que no le miraba puso una de sus manos en mi barbilla haciendo que le mirara.

-Lo siento, no debí haber insistido- dijo al ver que estaba conteniendo las lágrimas.

Aparté su mano de mi rostro con algo de brusquedad.

-Solo quiero irme a mi casa- dije con la voz entrecortada y aparté la mirada de la suya.

Tan solo unos segundos después pude notar como me rodeaba con sus brazos en un cálido abrazo. Al principio me molesté e intenté liberarme de su agarre, pero apoyé mi barbilla en su hombro al ver que, tal vez, necesitaba ese abrazo.

Podía decir fácilmente que si no tuviera las muletas habría correspondido aquel abrazo.

Poco después dejó de abrazarme y puso sus manos en mis mejillas; tragué saliva mientras le miraba y él estaba concentrado en secar mis lágrimas con sus pulgares.

-Vamos, te acompaño a casa- dijo apartando sus manos de mi rostro y asentí desviando la mirada de la suya, poco después ya nos encontrábamos de camino a mi casa.

Aquello había sido muy extraño.

𝘠𝘰𝘶'𝘳𝘦 𝘥𝘪𝘧𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ