Capítulo 24

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"Un estanque lleno de esperanza y determinación"


Todavía mi padre y yo estábamos en la carretera, lo único que veía eran arboles a ambos lados, pasaba tan rapido que me mareaba así que concentre mi mirada en mis manos, no tenía nada más que mirar estaba tan metida en mis pensamientos que llegue a pensar que era la única en el coche mirando mis manos con detenimiento, cosa que nunca había hecho, pero me pareció curiosa la manera en que podía mover mis manos. Era tan natural que lo sentía como parte de mí, jamás se me ocurrió pensar en mis manos de esta manera siempre lo vi como una carga. Siempre tenía que ocultarlas poniéndome unos guantes o usando suéteres de manga larga, esto incluso lo hacía en verano...era una total locura pero no pensaba eso, solo podía pensar "¿Qué pasa si alguien se da cuenta?" "Ahora todos me miraras más raro" "¿Debería pedir que me den una prótesis más humana?" Claro cuando pensaba estas cosas fantaseaba más de lo normal, bueno...nunca me considere alguien "normal" pero tampoco soy especial, solo soy...


Hubo una gran pausa cuando esto cruzo por mi mente, al sentir esto me percate que nunca me había descrito pues todo el tiempo me sentía como un barco a la deriva sin sentido de la orientación. Aunque ahora veo un camino por el cual puedo cruzar, sigo mirando hacia atrás arrepintiéndome de muchas cosas innecesarias tal vez para la gente o para cualquier otro niño de mi edad, pero para mí...es una carga es como si aún estuviera atada de alguna cosa...o....persona...?


—¡Cristal! Ya hemos llegado al lugar—exclamo mi padre repentinamente girándose a donde estaba—


Me quede unos momentos pasmada, hasta que reaccione y lo mire confundida hasta que caí en cuenta que ya estábamos orillados fuera de la carretera, nos cubrían algunos árboles.


—¡Eh! ¿Ya llegamos? —pregunte mirando a mis costados rápidamente—.


—Jajaja, te dije que llegaríamos rapido—dijo mi padre con una risilla, saliendo del coche—


—¡E-Espérame! —digo mientras me desabrocho mi cinturón y salgo aún sorprendida—


Al salir, noto que hay una brisa tan cálida que se me erizo la piel, volteo a ver a mi padre y lo veo estirando ambos brazos disfrutando de la brisa.


—¿Notas esta brisa, hija? ¿No es agradable? —me dice mi padre poniendo sus manos en su cintura con una sonrisa—


—¡Lo es! Jamás experimente esta clase de brisa tan cálida y tranquilizante—expreso mi felicidad alzando mis brazos horizontalmente sonriendo—.


—¿Crees que esto es cálido y tranquilo? Todavía hay un lugar mucho más increíble, ¡sígueme! —anuncia mi padre con alegría estirándome su mano—


—¡¿Enserio?! ¡Vamos! —respondo dándole mi mano entusiasmada—.


Nos adentramos en un pequeño sendero en línea recta pero entre más caminábamos más notaba que íbamos cuesta arriba parecía como si estuviéramos escalando un monte pequeño, a pesar de que el camino era suave había algunas piedras y sin darme cuenta tropecé tan mal al punto que mi papá me alzo completa como cuando un árbitro de un programa de lucha anuncia al ganador. Claro que mi padre me alzo mínimo 5 metros, mi padre aún asustado me dice:

Solo Tu Puedes Verme © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora