Quise apartarme de él al ver la poco distancia que ahora ya no nos tenía tan separados. Pero él no me lo permitió haciendo así saber que él quería que me fuera sin tener su chamarra puesta.

—Déjame salir Adriel mi novio me espera.  —Aunque eso ni yo lo creía.

Río ronco haciendo sonar el baño que estuvo a punto debilitarme por completo.

—¿Tu novio? El que está allá afuera tirándose a alguien sin importarle que tiene novia.

Qué aunque eso ya me lo imaginaba pasar, Adriel me lo recalcó en puño y letras para que entendiera mejor.

Antipática Dhara, recuerda.

—¿y tu? No deberías estar allá afuera cogiéndote a tu novia y no perdiendo el tiempo con la mejor amiga y por cierto te cogiste hace unos días.

—No cambies el tema.

—Tu eres él que lo cambia  —me defendí.

—Solo ponte la chamarra Dhara.

—Tu no me dices que hacer Adriel.

Gruño con fuerza que casi pude sentir las ganas de lanzarme sobre el cristal.

—Dios eres tan terca. —murmullo.

—Bueno, ahora déjame irme —empuje su brazo con mi propio cuerpo pero así como un trozo de papel el me regresó de un empujón a mi lugar.

—póntela.

—Eres un fastidio.

Con el orgullo cansado fruncí los labios y lo agarre de un golpe, se sintió frio al primer toque.

Con enojo expresivo me lo coloque con movimientos bruscos, para hacer tonar mi enojo.

Me abrí de los brazos la chamarra, lo rodee en mi cintura y con un nudo al frente de mi estomago le hice un nudo. Nunca me gusto tener algo sobre la cintura si no era un cinturón pero era algo que me ayudaría mientras regresaba a casa.

Me volví a cruzar de brazos con la mirada baja. Tendría que irse y decirme -adiós me voy a coger a mi novia- pero no, se quedo al frente mío observando el baño.

Con incomodidad me removí y hice un ademan para irme pero el reacciono al instante sujetándome el codo.

—Tengo que irme.

—Creo que se te olvida algo —insinuó sin soltarme.

Junte la entre ceja con clara confusión. De dos pasos el se acerco mas a mi, quise retroceder pero el lavamanos no me lo permitía.

—Suéltame —jale de su brazo.

—Creí muchas cosas de ti pero no que fueras maleducada —pare para mirarle.

—¿de que hablas? —fruncí el ceño.

Suspiro cansado y se acerco a mi acabando con la distancia que había entre nosotros y asi soltarme y por sus manos de cada lado mío sujetándose del lavamanos. Así su rostro ya estaba más cercano que lo que permitía.

Trague grueso.

—Gracias.

Junte mas el entre cejo.

—De qué.

Rodo los ojos y hablo.

—No me vas a decir gracias por la chaqueta.

Oh eso...

—No tengo por qué.

Frunció los labios con una mueca.

Amor Por Error ©Where stories live. Discover now