capítulo uno

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Alysia

Tenía que ir rápido ya que me había quedado dormida después de ver dos capítulos de mi serie favorita y me había despertado apenas hace media hora. Eran las 10.00 pm y quedaban diez minutos para que mi mejor amiga viniera a buscarme para dirigirnos a casa de los Rinaldi.

Ya sólo me quedaban los últimos retoques. Me apliqué mi pintalabios rojo a juego con mi vestido. Es increíble lo rápido que trabajas bajo presión, había logrado en media hora el mismo resultado del cual normalmente suelo tardar más de una hora o por lo menos eso quería pensar para no sentirme el payaso de IT después de haber hecho todo tan deprisa.

Justo cuando terminé, recibí un mensaje de Daphne indicándome que ya había llegado y saliera o me iba a patear el culo si tenía que esperarme. Obedecí ante su amenaza y salí corriendo hacia donde se encontraba ella con su coche. Era un coche precioso, un A5 negro que sus padres le habían regalado hace un año cuando se sacó el carnet de conducir. Podréis pensar ¿y tú no tienes carnet? Por supuesto que sí pero a mi no me apetece ser quien tenga que conducir a una fiesta de la cual probablemente salga alcoholizada sin poder coger mi coche para volver teniendo que ir al día siguiente a por él cuando me levante.

— ¿Lista para la fiesta? — me preguntó.

— Siempre estoy lista para beber. — dicho esto, Daphne arrancó el motor para comenzar a conducir hacia la fiesta.

En tan sólo 5 minutos habíamos llegado a aquella casa. Por fuera estaba a rebosar de personas, daba la sensación de que si intentabas meter a una persona más se iba a reventar la verja e iba a caer un tsunami de personas.

Entramos dentro de la casa, Daphne fue a por unas bebidas para las dos mientras yo la esperaba dentro donde parecía estar más despejado a comparación con el ambiente de afuera. Estaba sentada en el sofá mientras escuchaba a los chicos del equipos de fútbol discutiendo sobre a que chica se follaría cada uno esta noche. Planazo desde luego. Después de varios minutos que parecían eternos, decidí ir a buscar a Daphne a la cocina y al menos si no estaba allí, por lo menos aprovecharía el viaje para coger una bebida y empezar a beber para dar paso a lo que sería mi fiesta.

Cuando llegué a la cocina me encontré a Daphne enrollándose con un chico de cabello rubio, casualmente le conocía, era Evan Bélanger el famoso subcapitán del equipo de fútbol. Seguí mi camino a la nevera y decidí no entrometerme en sus asuntos. Agarré una cerveza y seguidamente me dirigí hacia el patio, alejándome así de la maravillosa conversación que se mantenía en el salón, que al parecer desde mi partida a la cocina no había cambiado. Una vez fuera intenté divisar con mi mirada a alguien conocido, para al menos, entablar una conversación útil durante esta fiesta ya que con mí querida acompañante no podría contar hasta por lo menos dentro de unas horas. No es que no tuviera más amigos aparte de Daphne, los tenía, pero hace un año las cosas se complicaron y mi amistad con ella fue la única que acabó perdurando mientras las demás se esfumaban cada día.

— Te veo aburrida, preciosa. — me di la vuelta para ver de donde provenía la voz. Era un chico que no podía ni mantenerse de pie por voluntad propia, su estado de ebriedad era bastante serio, parecía que de un momento a otro me iba a vomitar encima y se iba a desmayar. — ¿Quieres que te haga compañía? Una chica como tú no debería estar sola en un lugar como este con tanta gente rodeándola.

— No, gracias. — intenté responder amable aunque para él no debió parecerle tan amable ya que su semblante cambió a uno completamente serio.

— No era una petición, lo voy a hacer de todas formas.

— Lo que te voy a decir yo sí que no es una petición, déjame en paz. — mi forma de hablar esta vez fue directa y seca, no quería a aguantar a este borracho molestándome ni un minuto más.

— ¿Te crees que puedes decirme qué hacer? — me agarró fuerte del brazo y me tiró hacia él. No dudé y le di una patada a sus amiguitos para dejar más clara mi no-petición. — ¡Eres una zo...!

— ¿Qué pasa aquí? — oh, hemos llamado la atención de alguien. Llegó mi salvación para librarme de este tío y esa salvación era ni más ni menos que Alexander Rinaldi, el capitán del equipo de fútbol y el anfitrión de la fiesta.

— No pasa nada, quédate tú a esta zorra si quieres.  — dijo recalcando la palabra "zorra" con rabia — Me voy.

— ¿Estás bien? — me preguntó aquel chico cuyas facciones podrían compararse con las de un mismo dios, estaba guapísimo, como siempre.

— Sí. — respondí.

No le di tiempo a Rinaldi para entablar ninguna conversación conmigo porque rápido me volví a la cocina a por otra cerveza para poder intentar soportar el clima de la fiesta después de este incidente, era mejor estar ebria para poder desconectar un rato de la realidad en la que estaba. Repetí el proceso, abrí la nevera, cogí la cerveza y para dentro todo su contenido. No me había dado cuenta de que Alexander Rinaldi me había seguido desde el patio hasta la cocina y se encontraba justo detrás de mí viendo como me acababa de terminar dos cervezas de un trago.

— Como sigas bebiendo así pasarás de estar bien a no poder ni levantarte del suelo de la cocina. — dijo entre risas.

— Es mi manera de divertirme, — recalqué— algunos se divierten follando como conejos en las fiestas, otros acosando a chicas que jamás querrán algo de ellos, otros peleándose y luego yo, me divierto bebiendo cada gota de alcohol que encuentro. — solté un bufido cansada de tener que estar dando explicaciones sobre mi vida — Por lo menos no hago daño a nadie.

— ¿Y en qué grupo entro yo según tu jerarquía? — habló cada vez más cerca de mí.

— Teniendo en cuenta que me has seguido desde el patio hasta la cocina, en el de acosadores obviamente. — dije con una sonrisa falsa en mi cara, la verdad no aguantaba estar cerca de él así que intenté salir de la cocina.

— Espera. — me detuve justo en el umbral de la puerta a sabiendas de que si me iba me seguiría para continuar con la "conversación.

— ¿Qué quieres?

— Te echo de menos.

No sabía que responder ante aquella declaración, Rinaldi y yo estuvimos juntos un año pero como muchas parejas de adolescentes de hoy en día: a veces dos personas se quieren pero eso no es suficiente para que la relación funcione. Me había pasado todo el verano intentando evitar tener su presencia cerca, es por ello por lo que Daphne y yo sólo éramos Daphne y yo, y no seguíamos siendo aquel grupo de cinco al cual todo el mundo deseaba pertenecer simplemente por el hecho de contar con el capitán de fútbol.

— ¿No vas a decir nada? ¿Cuánto tiempo va a durar esto de que me evites cada vez que me veas?

De repente sonó mi móvil con un mensaje de Daphne, quería que me dirigiera a la habitación de arriba de la casa porque había surgido un problema. No dudé al ver una escapatoria para no tener que seguir con la conversación que estábamos manteniendo, ya que, todavía no me sentía preparada para afrontar mis sentimientos hacia él después de todo lo ocurrido.

— Daphne me necesita, adiós.

— ¡Espera Alysia! —  eso fue lo último que escuché antes de salir de la cocina corriendo hacia arriba.

AlysiaWhere stories live. Discover now