veintitres

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XXIII

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XXIII. Sai dove andare.


"Harry"

Giré mi cabeza sin prisa por encima de mi hombro izquierdo y volví a conectar la mirada con la castaña que se encontraba a unos cuantos metros detrás de mí, tratando de volverse invisible en una de las esquinas de la pálida habitación. Pude percibir el creciente miedo que se escabullía por todo su sistema e iba calando sus huesos, subiendo desde la punta de sus pies hasta la coronilla de su frente, estaba temblando en su lugar y se abrazaba a sí misma, esperando, anhelando que le diera alguna solución rápida o que simplemente le diera alguna orden.

Estaba convencido que debía tomarla por los hombros y sacudirla un par de veces, para que su piel volviera a tomar su típico color cálido y sobre todo para que sus pulmones recibieran el oxígeno que les estaba privando.

No la juzgaba por el temor que sentía, ni por la manera en que sus sentidos se bloqueaban y la dejaban sin control corporal, pues era evidente que ella no estaba acostumbrada a esta mierda del límite constante, pero aunque me esforzaba por entender su parálisis, tenía que ser honesto y admitir que me importaba muy poco.

Sólo esperaba que su deplorable estado cesara en corto plazo, ya que no la beneficiaria en nada y claro, tampoco quería que su pavor jugara en mi contra en alguna otra ocasión.

Sabía que esta situación podría llegar a ser un problema, retrasando mis planes y hasta poniéndonos en peligro a ambos. En tal caso no tendría más motivos para quedarme con ella y protegerla. Importantes negocios dependían de mi vida, lo que me hacía mucho más valioso a comparación de ella, tenía mucho por lo cuál preocuparme en momentos así y no por eso era un cabrón egoísta, simplemente estaba siendo práctico y realista.

Permanecí quieto.

El motor del vehículo desconocido se apagó, así que presté atención a cualquier sonido que mi oído lograra captar. En primer lugar, para poder identificar cuantas personas habían allá afuera, el número de individuos era realmente crucial, dado que yo era sólo uno en contra de quien sea que asechara, debía ser precavido e idear la estrategia de defensa perfecta, para así poder sacar a la chica de aquí, con suerte en una pieza. Segundo, por si escuchaba algunas voces en particular, sabía que podría reconocer alguna que otra y más importante, descifrar si eran extranjeros.

Tengo buen oído y éste nunca me ha fallado hasta la fecha, capto y distingo muchos sonidos. Algo de lo cuál estoy verdaderamente orgulloso.

Guardé silencio, hasta el punto de controlar mi respiración para que no interviniera con las ondas sonoras que viajaban con el aire proveniente de afuera. Oí la puerta del piloto cerrarse sin ningún cuidado, y luego el leve ruido de las piedras del camino siendo pisoteadas sin apuro. Por los pasos cautelosos, distinguí que se acercaba una sola persona y que venía totalmente despreocupado.

hush | h.s.Where stories live. Discover now