trece

2.3K 155 69
                                    

XIII. Ruta 45.


La persecución inició cuando alarmé a mis sentidos una vez más y pisé con fuerza el pedal del acelerador hasta estar segura que era su máximo y estaba tocando fondo.

De vez en cuando ojeaba el espejo retrovisor con la esperanza de que mi intento de perder al vehículo de atrás funcionara.

No tenía ni la menor idea de quién carajo me perseguía y cuáles eran sus intereses exactos. Tampoco podía darme el lujo de iniciar con mis especulaciones baratas, ya que sólo podía centrarme en mi propia desesperación y en las ansias de que todo esto terminara de una vez por todas.

Mi corazón palpitaba alocado, amenazando con salir disparado de mi caja torácica, podía sentir el bombeo y la sangre caliente recorrer cada parte y rincón de mi cuerpo. Estaba aterrada, con las manos y la espalda sudada, rogando por que ocurriera un milagro y todo acabara. Rogando por que ésto fuese solo un mal sueño y Colin me despertara para liberarme del sufrimiento en el que me encontraba.

El miedo y la paranoia siempre fueron mis enemigos, ya que el efecto que contrastan en mi es una severa parálisis. Pero por alguna razón con sentido, mi instinto se encontraba despierto de tal forma que anuló esa función que me inhibía de mi capacidad motora. Sentía el pánico por encima de mi como una segunda piel, pero aún así, sabía que era capaz de salir de esta y que si no era así, por lo menos, no me atraparían así de fácil.

Conduje por unos cuantos minutos, de los cuales tenía la constante impresión de que me pisaban los talones, era duro decirlo pero sabía que en cualquier momento corría el riesgo de que iniciaran con un nuevo tiroteo, con tal de bajarme de este auto.

Antes de lo esperado, entré a la autopista y aumenté mis expectativas con dejar atrás al vehículo que me seguía. Manejé excediendo unas cuantas velocidades y adelantando varios coches, perdiendome entre estos mismos. Nunca dejé de acelerar por miedo a que me localizaran entre tantos autos. Mentalmente agradecí a Harry por no escoger un vehículo con color llamativo, ya que el negro era un tono bastante camuflable entre otros.

Leí el letrero a mi derecha, que anunciaba la proximidad de la ruta número 23, la cuál tenía que tomar si quería llegar a la 45. Sin más giré el volante y desvíe mi camino recto. Quería llegar lo antes posible a mi destino. Quería reencontrarme con Harry y llenarlo de preguntas, sobre todo lo ocurrido, pero lo que más quería era tener la certeza de que él estaba bien.

Recorrí apenas tres kilómetros y me encontré con la ruta deseada a mi izquierda. En mi espejo no había señal de los matones  asi que con un poco más de calma direccioné el auto y anduve a lo largo de la calle desolada, que contaba con varias pendientes y una que otra curva.

Tenía que admitir que a medida que avanzaba y me alejaba de todo, iba perdiendo mi sentido de la orientación. Era la única que iba en esa dirección, una totalmente desconocida, en el camino solo me crucé con un auto gris. Esta parecía una ruta que ya nadie usaba.

Poco después de unos aparentes veinte minutos, logré ver algo que se avecinaba al costado del camino y rogué por que fuese la estación de la que hablaba Harry.

En efecto, lo era.

Estacioné rodeando el puesto de gasolina, para que de esa forma nadie viera el auto. Al parecer era un lugar de auto servicio ya que no había un alma ahí.

Era un lugar horrible, dónde se notaba la falta de tránsito de personas, se veía como esas gasolineras abandonadas de las películas, esas en las que aparecen los pistoleros con sombreros. Más al fondo había un galpón con una gran puerta de maderas añejas, que estaba muy bien cerrado aparentemente y por sentido común, no me apetecía ver que había dentro.

hush | h.s.Where stories live. Discover now