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"¿Por qué esta mujer es así?" Athenea miró preocupada a la emperatriz, estaba sintiendo como ella se estaba enojando.

— No — dijo cortante la emperatriz.

— ...¿Disculpe? ¿No...no le agrado? ¿Es eso? — dijo entre sollozos Rashta.

— No tiene nada que ver con si me agradas o no, en primer lugar que pases a ser su amante no quiere decir que nosotras seamos hermanas — explicó Navier.

Todas las mujeres veían con frialdad a Rashta, en especial Athenea, la mujer al darse cuenta se sobresalto, odiaba que la miraran así.

— Ahora, largo — señaló Athenea con el dedo a la puerta, Rashta dió pasos atrás y miró con miedo a la pelirroja — Vete, no eres bienvenida a la habitación de la emperatriz — Rashta se fue corriendo.

"Le dije al emperador que no dejara que su amante se acercara a Navier, no puede recriminar nada, le advertí" Athenea se puso de pie y se acercó a la emperatriz.

Athenea sentía un gran cariño y una gran admiración por la mujer que ahora mismo sufría en silencio, y la entendía, el emperador tenía una amante, a otra mujer, y con ello la emperatriz se sentía insuficiente.

— Navi, querida, no sufras, me duele verte así, no dejes que esto te afecte, se que eres muy fuerte — le dijo la pelirroja a su amiga, esta la miro y sonrió levemente, Athenea tenía razón, ella era alguien fuerte, ella era la emperatriz, no podía afectarle algo como eso, no cuando todos los emperadores habían tenido varias amantes, solo esperaba y que Rashta se alejara, porque la esposa y la amante nunca se llevarían bien.

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Athenea caminaba por los pasillos del castillo, la emperatriz se había ido al jardín pero la pelirroja le había informado que iría a su habitación a buscar el libro de su clan, una de las cosas que más le gustaba hacer era leer aquel libro donde contaba la historia de los Gardien, en especial de la familia real.

"Protección" leyó Athenea, en su rostro se dibujo una sonrisa, amaba su historia, le gustaba lo peculiar, lo diferente, y su clan era eso, era diferente.

Cuando salió al jardín buscó a la emperatriz, pero al no divisarla una idea cruzó por su mente, Navier al ser la emperatriz más amada muy pocos se atrevían a hacerle algo, aparte de que tenía cerca a la princesa de Magique casi todo el tiempo, por ello la joven pelirroja no usaba mucho sus poderes, aunque los entrenaba cada que podía.

"Solo esta vez" pensó sonriente, cerró los ojos y se concentró, pensó en su amiga y poco después desapareció.

Navier paseaba tranquilamente, quizás se había alejado un poco pero amaba pasear y ver la naturaleza, segundos después una tenue luz dorada apareció frente a ella y Athenea apareció.

— ¿Thea? — Navier se acercó a ella al ver como se tambaleó un poco, pero después esta sonrió felizmente y dio un pequeño brinco, la teletransportación era uno de los dones que más le costaba realizar.

— ¡Lo logré Navi! — se emocionó causando una risa en la mayor — Levi estará feliz cuando le diga, ¡él pudo hacerlo a los 22! ¡le gané! con 19 y ya pude hacer mi primera teletransportación correctamente — dio vueltas emocionada.

Un Gardien posee varios dones, en especial la familia real, pero para no dañar el cuerpo y hacer que se adapte estos dones van apareciendo cada cierto tiempo, aunque eso no significa que los puedan controlar rápidamente, la razón por la que Athenea es considerada la más fuerte de su clan es porque sus dones aparecieron antes de la edad correspondiente, y no solo eso, pudo controlarlos rápidamente, su resistencia era increíble, por lo cual podía usar sus dones por mucho tiempo sin mostrar mucho cansancio.

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