—Inteligente, trece, pero si nuestras sospechas son ciertas necesitaremos más que eso —Jimin asiente—. Estamos hablando de una diosa, si ella no quiere ser vista no podremos ubicarla por mucho que lo intentemos ¿Tienes eso claro verdad?

—Sí, mi general.

—Te concedo el permiso, pero mantén en cuenta que un rastreo no nos dará todas las respuestas —entonces miró de nuevo al resto—. Hay otra cosa que debo de notificar y es que los semidioses no pueden permanecer más tiempo aquí, deberán continuar su entrenamiento en Europa, en el palacio real francés —aquello no me sorprende mucho—. Los detalles se darán durante el proceso de traslado. Y eso es todo por ahora, los de turno diurno vayan a descansar.

La regla era que una vez que los hijos de los semidioses, por lo tanto descendientes del legado divino, al cumplir cierta edad o al menos al tomar el trono debían ser informados de la verdad y próximamente empezar su entrenamiento espiritual. Un semidiós es algo similar a un pagano en cuanto a espiritualidad pero no es similar a un guardián porque obviamente llevan consigo más poder. Son capaces de hacer todo lo que se propongan, desde cumplir deseos hasta provocar milagros o caos, lo que se les venga en gana.

Una vez que superan las dos primeras fases del entrenamiento son llevados al palacio francés para completar las últimas dos. Ya es momento de que se vayan.

Para cuando ya todos nos disponíamos a salir de la sala, uno de los guardianes que custodian las entradas de la base entró casi corriendo. Llamando nuestra atención y deteniendo nuestra salida.

—¡Mi señora! ¡Los civiles exigen explicaciones! —oh shit— Están aglomerados en las entradas de la base y piden hablar con el comandante en jefe.

—No pueden dejarlos pasar, está prohibido.

—¿Y qué hacemos?

—No puedo salir ahora mismo, tengo que comunicarme con el resto de los superiores. En vista de que la mayor se encuentra indispuesta, tenientes y coronel, por favor encargarse de la situación. Den todas las explicaciones, ellos también son guardianes.

Se supone que no tengo un horario en específico de trabajo pues los equipos negros simplemente nos movemos bajo órdenes sin importar la hora, no he recibido ninguna y mientras eso no sucede debería dormir. Pero no puedo hacer eso, a pesar de que la luna ya no es rosa y ni siquiera brilla continúo en el mismo estado y supongo que estaré así hasta mañana. Así que dormir no es una opción y con todo lo que está ocurriendo es difícil conciliar el sueño. Por lo tanto me dirijo a mi habitación, que ahora ha sido movida por alguna razón que desconozco y es más amplia, estamos cerca de las habitaciones de los semidioses al igual que el resto de los escuadrones de nuestra categoría. Tomo un baño otra vez y me coloco el uniforme, cuando estoy abrochando mi pantalón Grecia y Jimin entran a la misma.

Están tan inmersos en su discusión que no le prestan la más mínima atención a mi presencia en el baño. Tengo la puerta cerrada pero puedo oírlos de la misma forma en la que seguramente saben que hay un tercero aquí.

—¡¿Por qué nunca me cuentas nada?! ¡¿No confías en mí?! —me desabrocho de nuevo el pantalón porque quiero hacer pis.

—Grecia, no, no es que no confíe en ti.

—¡¿Entonces?! —ruedo los ojos, sus peleas maritales comienzan a acabar con mi paciencia. No sé para qué tanto alboroto si al final terminan besándose y todos felices.

Par de raros.

Ahora quiero hacer pipi.

—Amor, hay cosas que aunque quisiera no puedo darlas a conocer —Jimin suena bastante tranquilo en lo que yo busco con la mirada el papel higiénico.

Moonchild: The Life |Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora