ℐ 𝓌𝒾𝓁𝓁 𝓅𝓇𝑜𝓉𝑒𝒸𝓉 𝓎𝑜𝓊

Começar do início
                                    

-Arthur es mi amigo, no lo veo siendo estable en una relación- contesto riéndose por lo que el mayor dijo con tanta libertad- y si tuviese que decir que alguien me recuerda a prostitución, sería Arthur, no Tommy, y John, que así se llama, tiene esposa.

Un portazo les hizo callar y fruncir el ceño, irrumpiendo las risas. El barbudo se levantó acercándose a la ventana, sin un bastón, tensando los músculos de la cara al no saber que vendría alguien.

-fue mencionar al diablo y ahora está en nuestra puerta, ¿crees que lo invocamos? ¿uh?

Contrario a Alfie, Scarlett comenzó a ponerse nerviosa, jugando con el libro entre sus manos y relamiendo sus labios. No tenía un aspecto decente con las ojeras, el torso con moretones de distintas tonalidades desagradables y vendas que envolvían sus muslos, psicológicamente no estaba mejor.

Siendo sarcástica con Alfie y tratando a las demás personas con una leve indiferencia, no era la Scarlett que Thomas vio por última vez, pensaba que aquello le traería consecuencias en su peculiar relación.

No supo el momento en el que sintió tanto frío como para que la punta de los dedos estuviesen congeladas.

-dile que no estoy- soltó sintiendo su corazón palpitar en un ritmo descuidado y veloz, levantándose del sillón individual para huir a su habitación.

-no, no, no- repitió con gestos exagerados, corriendo para tapar su salida- ¿qué mierda harás? ¿ignorar al bastardo fríamente? -asintió con dudas- ¿por qué? Ayer me dijiste que lo extrañabas, si, que deseabas verlo.

-sí, quiero verlo cuando no esté mal- el libro era dañado por la fuerza con la que Scar lo agarraba, soltando pequeños suspiros nerviosos.

Si Maggie vio en ella el fantasma de su madre, y se sintio jodidamente incomoda con la comparación, ¿qué le podía esperar con Tommy? ¿desinterés de su parte y decepcionado de su cobarde actuar?

-yo iré con Phoenix, les daré la privacidad que necesitan, ¿sí?- los golpes en las costillas le recordaron no ser extrovertida y coqueta- estamos hablando del hombre que compró una jodida pastelería solo porque a ti te gustaban los malditos brownies, ¿uh? Estarás bien, solecito- asintió con lentitud asimilando de mejor manera la idea de estar a solas con Thomas- ahora, si el hijo de puta te dice algo o te hace sentir incomoda, grita.

Iba a preguntar porque gritaría de la nada, siendo interrumpida.

-así: "¡ahhhh! ¡una araña!" y yo bajaré para ver que mierda está pasando- soltó tensiones con la voz aguda de Alfie, entendiendo que lo decía para que sonriera y dejase sus nervios temporalmente de lado.

-bien- susurró, dando un paso hacia atrás- ve.

-estaré merodeando el primer piso en caso de que así lo quieras, pero no aguante su puta mirada y las amenazas para que ahora estemos fingiendo demencia, ¿no es así?

Le dio la razón sentándose nuevamente en el sillón, viendo sus manos con pequeños temblores y excesivamente heladas, escuchando a Alfie hablar a la lejanía con alguien.
La pierna derecha danzaba en movimientos frenéticos, arriba y abajo con velocidad impresionante, intentando frenarse con pensamientos positivos o algo que pudiese calmarla.

Soltó un sollozo débil, comenzando a respirar en un ritmo que Alfred días antes le enseñó para calmar los nervios repentinos, cuestionándose el por qué ahora sentía tanto temor de la presencia masculina

Dos golpes delicados en la madera le hicieron saber que era Pauline, dejándola pasar en un susurro fuerte, levantándose para recibir al hombre, con sus latidos en un vaivén de ritmos que no hacían más que ponerla ansiosa.

𝔓𝔩𝔢𝔞𝔰𝔞𝔫𝔱 ℌ𝔢𝔩𝔩 [Thomas Shelby]Onde histórias criam vida. Descubra agora