DIME QUÉ SABES

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Ha pedido el bocadillo para hacer tiempo, intenta dar pequeños mordiscos pero la comida no quiere pasar. Casi le da asco ver como Roberto engulle su desayuno, como si no hubiera comido en varios días, ya tiene claro que no va a empezar a hablar hasta que lo termine. Intenta armarse de paciencia y esconder su nerviosismo, se supone que eso se le tiene que dar bien, tal vez la falta de sueño, las expectativas o el estar convencido de que lo que le va a contar no le va a gustar, está rompiendo la barrera de indiferencia que quiere establecer.

— No te veo con mucha hambre — el bocadillo mordisqueado está definitivamente abandonado en el plato — ¿No sabes que el desayuno es la comida de los campeones?

— Perdona si no te rio las gracias — su tono tan serio hacer sonreír al inspector —¿Hasta cuando vamos a estar aquí?

Navarro se apiada un poco de él, aunque intente ocultar su impaciencia no lo está consiguiendo. No se parece al Ansurez del que le habían hablado, arrogante, impasible y con exceso de confianza. Ante él está un hombre distinto, apagado, ansioso y casi podría decir que triste.

— Tenemos que terminar antes con la conversación que habíamos comenzado, el accidente de Lucas.

— ¿Vamos a volver a eso? — su fastidio es notorio.

— Antes de entrevistarme contigo, hice una visita a tu novia, en su casa. No es que se mostrara alegre por lo sucedido, pero si aliviada de que Lucas ya no esté entre los vivos — la cara de Daniel permanece inexpresiva — Esa mujer tiene una fe ciega en ti, espero que no acabe como tú última relación.

— Vete al grano, tantos rodeos están acabando con mi paciencia.

— Ella no sabía realmente nada de Lucas, supongo que tú tampoco, pero ese tipo no era trigo limpio. El segundo año de carrera tuvo una denuncia por agresión, una novieta que intentó dejarle. Cambió de Universidad, la chica obtuvo una buena cantidad y se quedó en eso — se levanta de la mesa y se dirige hacia la barra para volver con una cerveza sin alcohol — Hace tres años tuvo un episodio similar, sin denuncia esta vez, una niña pija con la que todo el mundo pensaba que se casaría, al parecer los moratones no salen bien en las fotos de boda.

— Tal vez le tendría que haber dado más fuerte el día que fui a visitarlo.

— Acepté el caso cuando tu nombre apareció, por eso y dos extrañas coincidencias. El coche que lo atropelló, estaba aparcado en la puerta de tu casa y era muy fácil de robar; la otra casualidad, es que Lloyd estaba en España.

— Mira qué bien, ahora tienes dos sospechosos.

— Sabes que no tengo nada, por mucho que rasque no me va llevar a ninguna parte, aunque el Ford apareciera sin rastro de huellas.

— Estoy bastante perdido Navarro. ¿Quieres acusarnos para cerrar algo del pasado por lo que no pudiste pillarnos?

— Sería lo ideal, pero no va a poder ser — los silencios de Roberto se han ido perfeccionando con el paso de los años, tiempo para pensar, tiempo para que el acusado piense demasiado, tiempo que parece sobrarle — Te voy a contar una historia, vamos a ver hasta donde has recordado.

— Hace diez años hice un amigo en una cuneta, un policía inglés amante de España al que se le había reventado una rueda, las amistades pueden comenzar en sitios muy extraños. Un abstemio y un ex alcohólico pasando por un proceso de divorcio — Daniel mira la cerveza sin alcohol que sujeta en sus manos — yo soy el abstemio, por si te lo estás preguntando — una sonrisa involuntaria tira de los labios de Daniel al verlo tan ofendido — No te voy a aburrir con detalles, el caso es que nos conocemos muy bien desde entonces. Su hija es, o más bien era, una redactora de una revista de decoración de Lloyd, hasta ahí todo normal. ¿Tú recuerdas lo de las fiestas exclusivas que te montabas? — recibe una mirada iracunda — No es una pregunta con trampa.

LA NADA LO ERA TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora