JUNIO

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Deja el equipaje en la ribera
Para verte como quieres que te vea
Deja el equipaje en la ribera
Y quémalo

Veintitrés de junio, tal como reza la canción de Vetusta Morla que suena a través de los altavoces de la casa. El cumpleaños de Abril, veintiséis años que hoy no van a ser celebrados porque ha caído en lunes. La cena fue ayer, y no tal y como ella esperaba. Lucas decidió que en vez de algo íntimo, salieran a cenar con sus padres a un restaurante caro, como a esa familia le gusta. Se disfrazó con un vestido que ni siquiera eligió, se hizo más alta con unos tacones que no tenían la suela gastada, se recogió el pelo y pintó sus labios para así esconder la decepción. No le gustan los padres de Lucas, el sentimiento es recíproco y no se molestan en ocultarlo. La cena transcurrió entre risas forzadas y frases hechas, con Lucas regañándola en voz baja por no ser la mujer que sus padres esperan. No hubo tarta, ni velas que soplar para pedir un deseo, ya no los tenía permitidos. Si hubo regalos, un prohibitivo pañuelo, que con seguridad solo sacaría en comidas como esta, por parte de los señores Espinoza, y un colgante de Tous con forma de Trébol de cuatro hojas, por parte de Lucas, para desearle suerte en su nuevo trabajo de becaria.

La cadena seguía metida en su caja, ya no creía en la suerte, el pañuelo enterrado en el armario, como sus ilusiones.

Vestida con un pijama corto y una taza de café en la mano, Abril mira la ciudad desde los ventanales del décimo piso de su nueva casa. Han pasado muchas cosas en estos cuatro meses. El día del accidente firmó su derrota y se ha comportado como tal desde entonces. Todo volvió al orden preestablecido. Lucas logró su ascenso en la firma de abogados donde trabaja, más trabajo, mayor prestigio y más sueldo. Decidió unilateralmente que la casa donde vivían ya no era lo suficientemente buena para ellos,  en menos de quince días se habían mudado a un piso mucho mayor en el centro. Como era de esperar, la decoración corrió por cuenta de Lucas, sus sugerencias fueron descartadas con palmadas condescendientes en su espalda.

Recorre con la mirada el salón y no ve nada de ella en él, al igual que el resto de la casa. Tan solo su viejo ordenador que ha conocido tiempos mejores y que se resiste a cambiar a pesar de la insistencia de Lucas. Ese portátil, comprado a plazos mientras trabajaba de camarera, es lo único que le queda, en él guarda, bajo contraseña, la conversación que había mantenido con Daniel y que ya sabe de memoria de tanto releerla. Lo había intentado, de echo a diario, olvidarle, pero no le era posible. Intentó buscarlo, fue a todas las clínicas privadas de la ciudad, habló con la gente del comedor, incluso volvió a hablar con el policía que encontró en el hospital, pero Daniel había desaparecido, como el humo, dejando tan solo una frágil huella en ella.

Mira el reloj de la pared que ya marca las diez de la mañana. Lucas estará convencido que ya habrá ido a su nuevo trabajo, lo que él no sabe aún es que ha renunciado. No le dio la opción de buscar por ella misma, fue él quien le consiguió el puesto,  aferrada a los últimos retazos de rebeldía, decidió que prefería no hacer nada a claudicar ante una nueva imposición de Lucas. Esta noche le contará que ya no vuelve a ser voluntaria en el comedor, ya no puede estar allí y no verlo, con seguridad le parecerá una nueva victoria por su parte y no le dará tanta importancia. El timbre de un móvil la saca de sus pensamientos, suena de manera insistente. Recorre la casa hasta localizarlo en la mesita de noche, Lucas lo ha dejado cargando y lo ha olvidado. Lo toma en sus manos cuando ya ha dejado de sonar. No puede desbloquearlo, pero en la pantalla si puede ver la llamada perdida de un tal Luis y a continuación un mensaje a medias.

LUIS_10:12

Hoy es el último día. Con este pago cierro el caso. Sigue con su rutina habitual, respecto al sujeto...

Ya no puede leer más. Deja el teléfono en el mismo sitio y decide salir sola a celebrar su cumpleaños. Joel la ha llamado muy temprano para felicitarla, ahora se ven mucho menos. En su intento por presionarla, tras las protestas de Abril por conseguirle el puesto de becaria, Lucas también ha metido a Joel en la firma, él está encantado. Al aceptar el puesto dejó la mensajería, y aunque le pagan poco como becario y tuvo que buscarse otro trabajo, lo ve como una gran oportunidad para su carrera como arquitecto. Sale con un nuevo chico que lo tiene muy ilusionado,  el poco tiempo que le queda se lo dedica a él. Ya no se ven a diario, aunque procuran llamarse y escribirse todos los días, pero no es lo mismo. Lo echa de menos, mucho, las conversaciones y las risas, ahora apenas le cuenta nada sobre su relación tras la última discusión que tuvieron. No supo entender, como ella misma no entendía, lo que sentía por Daniel, lo encontraba ilógico. Tampoco supo entender porque seguía con Lucas y más teniendo en cuenta, que había cerrado el lazo en torno a ella volviéndose aun más posesivo.

LA NADA LO ERA TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora