Consiguiendo justicia

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Ambos pusimos un rostro de sorpresa. Mauro buscó por dónde escapar, más era inútil, se limitó a preguntar qué ocurría, mientras lo ponían de espaldas para ponerle las esposas.

Posiblemente el escándalo en el pasillo y las patrullas en la puerta del edificio, llamaron la atención de otros arrendatarios que se asomaron a sus puertas.

—Estás arrestado por acoso y posesión de pornografía infantil.

El impacto en todos los que miramos la escena fue simultaneo.

—¡¿Qué?! Eso es un error, ¡seguro fue una denuncia de esa perra mentirosa! —Mauro se defendió y trató de culparme. Aquello no fue del agrado del oficial que le colocaba las esposas, lo jaló con rudeza del cabello y lo obligó a caminar hacia el ascensor. Mauro gritaba, empeorando la situación. Yo no entendía bien qué pasaba, solo rogaba que siguiera haciendo alboroto y los policías se vieran forzados a usar sus taser.

Voltee hacia Ian, que estaba a mi lado, sonriendo con satisfacción.

—¿Qué pasó? —le pregunté—. Yo no lo denuncié.

—Fuimos nosotros... bueno en realidad Mandy, la chica de catorce años con la que habló ayer—acotó Daniel, sonriendo de oreja a oreja.

Yo pasaba la vista hacia ambos hermanos, esperando explicaciones.

—Le tendimos una trampa, fue sencillo, y hackeamos su computadora —me explicó Ian.

—Eso fue más sencillo. —Acotó Daniel, se notaba que lo había disfrutado.

—No irá preso por lo que te hizo, pero al menos recibirás algo de justicia—dijo Ian—. Tómalo como un regalo de despedida de este lugar.

Lo abracé de inmediato y a Daniel también. Estaba tan emocionada que hasta quería llorar. Jamás me había imaginado lograr justicia frente a Mauro.

***

Papá no quería admitirlo, pero el nuevo apartamento le encantaba. Recorría todos los rincones acomodando alguna que otra cosa con mueca de escepticismo. Le ayudé a poner sábanas a su cama y lo dejé jugando videojuegos con Daniel. Su habitación era tan grande que cabía un cómodo sillón frente a la televisión

Yo por fin tenía tiempo de dedicarme a lo importante. Todo el día había estado ansiosa por abrir mi laptop y buscar información.

Había planeado mucho lo que debía hacer.

Ian me esperó en la mesa del comedor y le extendí mi aparato para que ingresara a la base de datos de 3IE. Esa compañía almacenaba información de todas las instituciones de la ciudad.

Entramos a los registros de identificación de la ciudadanía y no fue complicado filtrar por fecha de nacimiento.

Cincuenta y siete niños nacieron en Scielo1 el treinta y uno de marzo del dos mil cuatro. Quitando a las mujeres de la lista, nos quedó un total de treinta varones. Una lista muy reducida que nos daría una pista sobre la identidad de Tiago en Scielo1.

No tuvimos que avanzar mucho en la lista de nombres para hallar a quien buscábamos.

Uno de los primeros apellidos en aparecer por orden alfabético fue "Ayala", el apellido de mi madre. Solo un niño tenía ese apellido.

"Dylan Ayala".

—Tiene que ser ese —le dije a Ian.

Él ingresó a revisar sus datos y ya no estaba segura si sorprenderme, angustiarme o solo enojarme.

Dylan Ayala

Nacimiento: 31/03/2004 3:00 am

Defunción: 28/08/2007

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