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T

res días...

Eso es lo que falta para los juegos que organizó Adam. Jamás pensé que, debajo de toda esa fachada ruda y reglamentaria, nos pondría a hacer juegos. ¿De qué van? No losé. Pero está misma tarde nos dirán algo.

Estoy contando los días para ver qué está tramando Peter, ese chico ya me verá y me las pagará.

—¿En qué piensas?

Hoy decidí pasar el tiempo, antes de esta tarde, en la biblioteca con Ryan. Estuve casi todo el rato que llevamos aquí, pensando en la propuesta de Connor.

—En nada.

—Que bueno, yo pienso que no prestaste atención a nada de lo que dije. —Niego con una sonrisa inocente— Está bien, te lo repetiré otra vez. Te estaba contando sobre como invadieron...

Y así empezó a contarme de lo que trata su aburrido libro. Parecía que estaba prestando toda mí atención a sus palabras, pero en realidad estaba en otro lugar. En alguien más que nada, y su estúpida idea.

Me levanto, arrastrando la silla con la parte de atrás de mis rodillas, ganando la atención de Ryan y un "shh" lejano.

—Bueno, gracias por contarme de que trata tu libro, pero debo irme. 

—De acuerdo, nos vemos esta tarde.

Le doy una sonrisa y cuelgo mí bolso en mí hombro para salir de la biblioteca.

Camino, tranquila, por el pavimento, mirando cada paso que dan mis pies.

Empujo las dos puertas, con mucho esfuerzo, entro y saludo al nuevo portero que pusieron en el edificio. Rupert creo que se llama, o así le empecé a llamar yo. Es un señor bastante grande de edad aunque bastante bajo de altura.

Subo las escaleras de a dos escalones, y llego a mí piso. Pero antes de seguir por el pasillo a mí puerta, observo la escalera de arriba, replanteando en subir o no. ¿Debería?

A la mierda con mí habitación. Ese chico me escuchará.

Subo al tercer piso, sacando el papel celeste con la dirección, y empiezo a buscar esa puerta. «¡Bingo!»

Golpeo tres veces la puerta, estoy a punto de tocar una cuarta vez, pero justo se abre la puerta. Al otro lado, Connor con el pelo húmedo y pegado a su frente, me examina de arriba a abajo con descaro.

—Eres tú. —Esta casi desnudo, solo una toalla blanca cubre la mitad de su cuerpo, el resto está descubierto con gotas cayendo en su torso.

Se aleja de la entrada y entro, cerrando con seguro la puerta a mí espalda silenciosamente. Él se sacude el pelo, tirando gotas por todas partes, está apoyado en un mueble con papeles acomodados perfectamente por tamaño. La habitación es bastante amplia y ordenada, que envidia, yo apenas puedo ordenar. Tenis

—¿Esperabas a alguien más? —Me quedo apoyada en la puerta, observándolo mientras muerdo mí labio.

—Sí. Debo admitir que no esperaba verte aquí. ¿Pasó algo? —me mira con curiosidad, esperando a que responda.

—De hecho sí.

—¿Qué ocurre?

Me acerco sigilosamente a él, con una sonrisa pícara. Connor entorna los ojos cuando ve mí expresión.

—Estuve pensando en tu propuesta.

—¿Mí propuesta? —se lo pensó un momento—, ah sí, mí propuesta. ¿Qué pasa con eso?

Besos Robados [#1]Where stories live. Discover now