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Ya pasó un mes, un maldito mes, desde que estoy en este lugar. Lo peor es que en todos estos días, no recibí ni una sola llamada de mis padres. No me mandaron un mensaje, es como si no les importara que estemos aquí, es como si dejarnos aquí significara no preocuparse de nosotros.

Cada día que pasa, espero su llamada, que no llega. Ni sus mensajes.

¿Por qué sigues esperando? Sabes que no llamarán.

Creo que estoy considerando vivir con Félix, lejos de todo y todos —aunque él no tiene casa propia—. Pero nos las apañaremos.

Mis padres estaban equivocados al pensar que nos habían metido en un reformatorio. Al pasar los días aquí, me di cuenta de que no es tan malo, es decir, no es un "reformatorio" sino que es una especie de instituto, con cuartos gratis para los hijos que son abandonados por sus padres —vaya padres—. Este lugar dió una falsa promisión de que, si dejabas a tus hijos en este lugar, de alguna forma, los amoldaran para que sean más educados.

Por esa razón, Ryan dió esa falsa información a mis padres, para que así pagaran nuestra entrada al lugar y el resto sería gratis.

Me estoy empezando a acostumbrar a esto, a estar tooodo el día en la biblioteca, a hacer amigos nuevos. A caminar por el bosque. Acampar bajo las estrellas. A emborracharme sin control —solo por la primera vez, la segunda no pasó—.

Me gusta más que Sidney. Además, aquí hay chicos más lindos que allá, y chicas. Y son todos británicos.

Creo que mí nuevo hobby es gastar todo mí tiempo en la biblioteca. Es como un castillo lleno de lugares nuevos por descubrir. Hablando de biblioteca, terminé de leer ese libro romántico. El final fue un desastre, pero me gustó. El chico termino muriendo —y yo que me empezaba a gustar—, pero terminó en muerte.

En fin, ahora estoy en el sector de fantasía. Ryan me obligó a leer uno de sus favoritos, fantasía y magia. El grupo de lectura no estuvo mal, pero como decía Ryan, no notan tu existencia. Es como si estuvieran en otra galaxia, pero los entiendo, yo también estoy así —con los libros—.

El sonido de la silla arrastrandose, hace que mí ojito titile. Pero no quito mí vista del libro. Sea quien sea, que se quede, pero que no moleste.

—¿Qué lees?

Y solo con esa voz, hace que me den ganas que arrojar el libro en su cabeza.

Podrías hacer una excepción, su acento es británico. Nos gustan los ingleses.

Bueno sí, tal vez.

—Verás, te describo de que trata. Trata de como decirle a un chico que no moleste y se vaya y deje tranquila a la protagonista. El chico es algo pesado.

—Uy, ese chico debe ser muy lindo. Seguro que la protagonista tiene mucha suerte de tenerlo.

—No, la protagonista está a punto de arrancarse las entrañas.

—La protagonista es algo delicada -lo miro, el sonríe como angelito.

—¿Qué necesitas? —Cerré el libro, haciendo ruido y me cruce de brazos.

—¿Yo? ¿Necesitar algo? Pff, jamás —levanto las cejas—. Bueno, si quiero algo.

—Y supongo que acudes a mí porque no es algo fácil lo que quieres hacer —me deje caer en el respaldo de la silla.

Él se dejó caer, con sus brazos cruzados, en la mesa.

—Supones bien. Verás, estaba en clase de atletismo y el entrenador me quito las llaves de mí motocicleta.

Besos Robados [#1]Where stories live. Discover now