Once

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No sé quién era. Estaba envuelto en una capa con capucha negra. Me pareció que voló o bien dió un gran salto,con una esfera de luz en su mano derecha,la que se estrelló contra una pared invisible,a un metro de mi. Se desintegró al primer contacto. Nada quedó de él,salvo aquella capa negra que el viento arrastro por el campo. Todo fue tan rápido que ni siquiera estuve segura de lo que realmente sucedió.Me quedé quieta por varios minutos,hasta que Bíter comenzó a tirar de mi hermano.

-Mamá,mamá,mamá-decia con insistencia-Allá,allá...Vamos-me señaló cuando lo miré y yo sólo lo dejé medio arrastrarme al lugar que me señalaba.

Bíter no estaba preocupado por lo que había sucedido. Caminaba tomado de mi mano,mientras sonreía divertido por estar en aquel extraño lugar. Yo en cambio intentaba asimilar aquel acontecimiento. Recordé que el Daishinkan me había dicho que podían haber quienes quisieran apoderarse de Bíter. También que anteriormente,en dos oportunidades,nos habían intentado atacar. Desde luego,el poder del Gran Sacerdote superaba con creces el de cualquier ángel,por lo que no cualquiera podría atravesar el escudo que me dió. Al mirar atrás ví como la casa se reconstruia. Volví la vista al frente e intente olvidarme del asunto.

Usar la telequinesis era lo que más parecía gustarle hacer Bíter. Empezó moviendo cosas muy pequeñas,pero en cosa de días era capas de mover casi cualquier cosa,sin ningún esfuerzo. Mientras lo veía jugar con unas rocas sobre el lago,me preguntaba en donde estaba la debilidad de aquel niño. La materialización instantánea la dominaba perfectamente también y podía lanzar ki con gran facilidad. Eran pequeñas las cosas en las que yo lo ayudaba. Cada vez que lo hacía no podía evitar preguntarme si lograría demostrar que podía ser un ángel como los demás. Algo en mi interior se agitaba de forma angustiosa, cada vez que contemplaba la peor de las posibilidades.  

Fueron dos semanas en que el Gran Sacerdote no apareció por la casa o ese mundo. Durante ese tiempo,Biter y yo no sólo entrenabamos. A veces salíamos a jugar. Era divertido estar con él. Era tan curioso y aprendía todo con tanta facilidad, que no podía dejar de hablarle del mundo.De enseñarle cosas. A Bíter le gustaba estar conmigo. Una de las cosas que más le agradaba era que lo bañera. Adoraba jugar con la espuma y sus juguetes. Un barquito y una ballena de hule. Aquel día,después de su baño, le prepare una merienda caliente mientras veía las caricaturas. Fue entonces que me hizo una pregunta,que por poco hace que me queme la mano.

-Mamá ¿Tú y mi padre están casados?

Después de dejar mi mano bajo el chorro de agua fría y levantar todo lo que tiré,fui hasta la sala para darle su comida. Durante todos esos días Bíter,me llamó mamá,pero no podía seguir haciéndolo.

-Bíter,amor,yo no soy tu mamá-le dije al hincarme a su costado, para poner la bandeja en su regazo.  

Me miró con extrañeza y luego inclinó la cabeza a un costado.

-Yo soy sólo...Tu niñera-continúe y note que sus ojitos se ponían tristes.

-Pero tu eres quien me cuida. Eres quien está todo el tiempo conmigo y yo te quiero mucho-me dijo y se abrazo a mí cuello.

Aquello me puso un poco triste,a mi también. Le había tomado mucho cariño. Aparte la comida para poder levantarlo en mis brazos y cuando lo hice,rodeo mi torso con sus piernas.

-Yo también te quiero mucho, Bíter-le dije y cuando aparto su rostro de mí,le bese la frente.

-¿Y si te casas con mi padre, entonces, si serás mi madre?

-¿Qué clase de caricaturas has estado viendo?-le pregunté y me señaló la TV.

-¿Qué te dije acerca de no usar tus poderes para conectarte a Netflix?

-Que es un desperdicio de mi potencial.

-Ese es mi ángel favorito-le dije dándole un besito esquimal.

Tenia una curiosa habilidad con las máquinas. Prácticamente las hacia funcionar a su antojo. Otra cosa que noté es que siempre estaba construyendo cosas y armando rompecabezas. Yo tenía varios y él los armó todos en sólo dos días. Aquella tarde estábamos armando un nuevo puzzle,cuando el Daishinkan apareció. 

-¡Papi!-gritó Bíter y voló hasta a él,para darle un besito esquimal que tomó por sorpresa al Gran Sacerdote.

-¿Cómo te has portado?-le preguntó al sujetarlo entre sus brazos.

-He sido un ángel bueno. Eso dijo mi...-se interrumpió en ese punto porque lo que iba a decir era: mamá.

-Me alegró que sea así-le dijo el Daishinkan,después me saludo-He venido para ver cuánto has progresado en tus habilidades básicas.

El Gran Sacerdote,continuó explicándole cosas a Bíter,yo me aparte. Por lo que logré oir se quedaría ahí dos días,para enseñarle nuevas habilidades. Juntos salieron a ese mundo y yo les miré desde la ventana,un rato. Como no hacían nada relevante me aparte y comencé a hacer la cena. Al terminar de cocinar,fui por Bíter encontrandome con una escena que me dejó helada. Sabía que Bíter estaba lejos de ser un niño normal.Que era el hijo de uno de los seres más poderosos de aquel cosmos,pero ver a ese niño con la ropa destrozada y con heridas me impactó demasiado. Claro eran apenas unos rasguños,pero eran muchos. Corrí a él,pero cuando pase junto al Gran Sacerdote,él me dijo:

-¿A dónde va?

Todos mis músculos se tensaron con ese timbre filoso y helado, como un cristal de hielo.

-Por favor,no nos interrumpa-agregó y su mirada me advirtió que no replicara,pero...

-¿No cree que está siendo demasiado duro con él? Creo que fue suficiente...

-Tenga en cuanta dos cosas-me dijo severamente-La primera es que usted es sólo la persona que cuida de mi hijo y la segunda, él es un ángel. Sus capacidades están muy por encima de lo humano. Bíter puede con esto.

-Soy quien lo cuida. Soy la persona con la que más tiempo a estado en su corta vida y...

-Y eso no le da derecho de inmiscuirse en...

-¿Estan peleando?-nos preguntó Bíter,apareciendo entre los dos.

-No-le dijimos a dúo.

-Yo los escuche-dijo haciendo un puchero.

-No pasa nada-le dije y abrí los brazos para que fuera hacia mí.

Cuando estuvo en mis brazos pude apreciar que sus rasguños eran todavía menos importantes de lo que me parecieron la primera vez.Eso me hizo sentir un poco avergonzada cuando el Gran Sacerdote me miró.

-Lo siento-le dije admitiendo que exageré un poco.

-No se preocupe. Entiendo porque se alarmó-dijo y puso su mano sobre la cabeza de Bíter,quien descansaba en mi pecho.

-Padre si ella no es mi madre ¿Cómo debo llamarla? ¿Y dónde está mi madre? ¿Tengo una? ¿Si no tengo puedo quedarme con ella?

El Gran Sacerdote lo quedó viendo un poco desconectado con las preguntas y antes de que pudiera responder,Bíter continuó:

-¿Por qué tú nunca estas en casa? ¿Qué haces? ¿Por qué no puedes estar conmigo? ¿No me quieres?

-Bíter ¿Si mejor vamos a cenar?-le dije amorosamente.

-¿Mi padre puede venir?-me preguntó Bíter.

-Si él quiere...

-Me encantaría...-dijo el Gran Sacerdote y eso puso feliz a mi ángelito,que salió volando hacia la casa.

-Usted y yo,tenemos que hablar-me dijo el Daishinkan,en voz baja.Luego se encaminó a la casa, sin prisa.

 

Ternura ReservaWhere stories live. Discover now