Ocho

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Realmente no lograba apartar mi atención del Daishinkan, cada vez que  él,estaba con Bíter. Era tan distinto a como se mostraba en la serie. A como imaginé que podía llegar a ser. Al menos con su hijo era diferente.

Él siempre me generó algo espacial. No estoy segura de porque. La verdad es que se me hacía un ser de una frialdad escalofriante. No era su aspecto lo que me generaba interés. Admito que su voz me era atractiva, pero era otra cosa lo que se podría decir que hacia de ese individuo alguien digno de mi atención. No era su estatus,ni su poder.Quizá cómo dije alguna vez,él era para mí como un océano vasto,misterioso y antiguo.Navegar por su superficie podía ser peligroso. Sumergirse mortal.Sin embargo, eso aunque pudiera sonar profundo se me hizo algo muy superficial,después de observarlo en persona y de cerca. 

Abrace mis piernas y apoye mi mentón en las rodillas,para poner mi atención en otra cosa. Pero desde hace semanas no podía poner mi atención en algo diferente a Bíter. Por más que lo intentara todo mis sentidos estaban puestos en ese pequeño, que comenzó a balbucear con insistencia logrando hacer que lo mirara.

-Ma-ma-decia mientras se agitaba entre las manos del Gran Sacerdote,que termino por dejarlo ir y el pequeño ángel voló a mis brazos-Mamá-exclamó y se abrazo a mí.

-Sé ha apegado mucho a usted- comentó él y me miró como acusandome de haber hecho algo malo-Ya se lo había dicho.

-Lo siento-le dije sin ánimo de una controversia.

-No le estoy reprochando nada, señorita-me dijo con gravedad y luego miró a un carro que vendía manzanas confitadas y otras golosinas-¿Quiere algo de comer?

Asinti con la cabeza y lo vi ir hasta el carrito para volver con dos algodones de azúcar,uno en cada mano y una botella de jugo. Apoyó una rodilla sobre la menta,para ofrecerme uno de los algodones y darle el otro a Bíter, quien hundió las manos en la nube de color fresa. Rápidamente se metió en la boca trocitos de algodón y se embarró las mejillas. No pude evitar sonreírme al verlo hacer eso, para luego enfocar su atención en el mío y decir claramente:

-Dame.

-¡Ah no! Este es mío,pequeño bribón.

-Mío,mío-comenzó a decir y al fin le compartí un poco.

-Usted le agrada a los niños-comento el Gran Sacerdote-Eso no es algo fácil de lograr-agregó.

Lo mire un poco confundida. No supe que decirle y fijé mi atención en Bíter,que aplastaba mi algodón de azúcar entre sus regordetas manitas.

-Los niños son simples-le dije después de un rato-Les puedes simpatizar o no. No existen puntos medios. A los adultos sus rasgos nos enternecen. Eso impide que queramos hacerles daño.

-Las mujeres tienen un instinto protector que los hombres no tienen. No me refiero al instinto maternal-aclaro antes de beber su jugo,sentándose frente a mí.

Bíter,al verlo cerca,estiro sus manos a él. Yo lo tome por las axilas para que apoyara sus piecitos en el suelo. Lo hizo balbuceando bastante animado.

-¿Puedo saber que le hizo a mi casa exactamente?-le pregunte. 

-Le di un patio de juegos a mi hijo-me respondió con calma. Lo ví darle sus dedos incides a Bíter, quien se llevó uno directo a la boca-Pronto comenzará a manifestar sus habilidades y poderes. No tengo que explicar que sucederá si Bíter usará sus poderes en este mundo ¿O si?

-Entiendo-dije y noté que Bíter se sostenía bastante bien sobre sus piernas. El Daishinkan también lo notó y sin ponernos de acuerdo,él soltó sus manos y yo aparte las mías. El pequeño quedó de pie.

Al principio pareció un poco confundido. Algo asustado. Hasta hizo un puchero,pero después movió su piecito derecho hacia delante,dando un pasito algo torpe.Rápidamente dió otro y luego otro,asi logró llegar a los brazos de su padre riendo divertido.

-Felicidades pequeño,acabas de caminar por primera vez-le dijo el Gran Sacerdote.

Bíter pareció ignorarlo y se apartó de él,para volver a mi dando esos pasitos tambaleantes.

Lo tomé en mis brazos cuando se apoyo en mi regazo. Me dió la impresión de estar algo cansado, por eso lo acune un momento y se me quedó viendo. Luego acomodó las manos en su pancita,para quedarse quieto.

-Creo que sería conveniente volver-me dijo el Daishinkan.

-Claro-respondí y me puse de píe.

Lo ví chaquear las dedos y todo lo que deje en la hierba desapareció.

-Camine un paso detrás de mí-me dijo-No se aparte de mi por favor-añadió gravemente.

Lo seguí por la vereda. Nada inusual ocurría a mi parecer,
pero me dió la impresión de que el Gran Sacerdote percibía algún peligro cerca. Bíter estaba muy silencioso. Algo comenzó a incomodarme por lo que decidí preguntarle qué estaba pasando, pero el Daishinkan ni siquiera volteo a verme.

-Biter es diferente a los demás ángeles-me dijo subitamente-Él nunca podrá vivir como lo hacen sus hermanos y hermanas. Zen Oh Sama iba a destruirlo. Para que me entienda,aun que puede sonar despectivo,Bíter es un ángel fallido.Esto lo hace un poco peligroso, de crecer inadecuadamente.

Aquello me sorprendio bastante y no pude evitar mirar al bebe en mis brazos,que giró el rostro a un costado de forma tierna.

-Por eso lo ha escondido-dije medio pensando y él volteó a verme-Bueno...Lo siento...

-Esta usted en lo correcto-me dijo-No quería fuera destruido sin tener la oportunidad de demostrar que están equivocados y él es un ángel como todos los demás. Por eso le he dado ese patio de juegos. Para entregarlo y que pueda retornar a nuestro mundo.

-Pero...-murmuré sintiendo un poco de miedo de que sucedería de no suceder lo que el Gran Sacerdote esperaba.

-No se preocupe-me dijo con un tono condescendiente- Él estará bien. Yo me encargaré de eso, como también de que permanezca a salvo mientras permanezca aquí. Por supuesto también velare por su seguridad.

Aquello lo dijo de una forma muy peculiar. No me había dado cuenta,pero hace un buen rato que habíamos dejado el pueblo. Íbamos por el camino que llevaba a mi hogar.Un sendero bastante solitario,en el que de pronto me sentí insegura. Como si algo nos estuviera acechando. Un grito horroroso me hizo apretar a Bíter,contra mi pecho, mientras mi cuello se tercia hacia la derecha para ver un cuerpo hacerse polvo,como si se hubiera quemado por un fuego invisible.
Aquello me hizo detenerme,por lo que el Gran Sacerdote lo hizo también. La mirada que tenía, cuando volteo a mi,era terrible. Realmente logró asustarme y escondí mi rostro del de él.

Oí más gritos como el primero, pero no me atreví a mirar hasta que el Daishinkan me llamó por mi nombre. Entonces no ví más que el camino y los campos en torno a el.

-Biter puede no ser un ángel como los demás-me dijo-Pero sigue siendo un ser extremadamente poderoso que si llegara a caer en manos equivocadas,podría ser muy peligroso. Hay quienes podrían querer apoderarse de él.

Miré a Bíter que me veia con candidez. Cuando regrese mi mirada al Daishinkan entendí una cosa,él simplemente estaba siendo padre. Después de todo ese es el único sentimiento,lo suficientemente poderoso para desafiar incluso al más terrible de los dioses. Con toda certeza Zen Oh Sama no pasaría por alto la desobediencia del Gran Sacerdote. Era una apuesta en la que se estaba jugando el todo por el todo.

-Por mí está bien-le dije-Yo seguiré siendo la niñera de Bíter.

-Me alegra escucharlo-dijo el Gran Sacerdote y continuamos el retorno a casa.

Ternura ReservaWhere stories live. Discover now