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Pov Toni

Uuuuf, vaya cárcel de mierda. He dormido como las ratas, por suerte al despertarme ya tenía mi ropa del anterior día y me había lavado la cara, ¿qué cojones había sido todo eso?

Me levante pesadamente y me acerqué a la puerta de la prisión.

—¡¿Hola?! —grité a ver si alguien me respondía.

—Hombre muy buenas como estás —respondió un sujeto robusto saliendo de una celda.

—Hostia —me impresioné, me había asustado la verdad, no le había visto— pensé que estaba solo aquí.

—¿Por qué pensaba que estaba solo aquí?

—¿Tu quién eres? —le miré detenidamente pero no me sonaba.

—Mi nombre es... Vicentín Ventuda, aquí, aquí todos los presos me llaman Vicentín 777, encantado —se presentó abriendo los brazos, yo me alejé asustado.

—Vicentín 777.

—Así es.

—Es como nombre de pobre —comenté con un timbre distinto y sarcástico.

—Si, es que soy un poco pobre la verdad —se lamentó cruzándose de brazos, yo alcé las cejas.

—¿¡Eres pobre!?

—Un poco sí, hombre, mi tio me robó todo el dinero que tenía en el banco y se fue.

—Uffff, ya me jodería ser pobre eh —suspiré, por suerte tenía cuatro millones en el banco.

—Hombre pero aquí... aquí nos dan de comer bien y eso, está bien.

—Si bueno... un poco sucia la celda yo estoy acostumbrado a cosas mejores pero... ¿me haces un tour?

Seguimos hablando y me hizo un pequeño tour por la zona, me quiso dar un abrazo por lo que tuve que aguantar la respiración para no respirar su aroma a pobre.

También conocí a un tal Macumbas que también era pobre, tuve que matar a un ruso para conseguir un teléfono, iphone obviamente y llamé a mis amigos. Vendrían a recogerme en cualquier momento.

—Vicentín vamos a salir al gimnasio que quiero hacer unas pesas —propuse tratando de no sonar sospechoso delante del oficial, él asintió y salimos, cuando estuvimos lo suficientemente lejos me acerqué más a él—. Me han dicho... me han dicho mis amigos que en cualquier momento me van a recoger y que esté por la zona del gimnasio —dije susurrando, él asintio.

Esperamos y esperamos a que aparecieran, yo suspiré aburrido.

—¿Quieres... quieres que te cante una canción? —ofreció descolgándose la guitarra, yo lo miré— Era para una chica pero... nunca pude cántarsela.

—¿Qué chica? —pregunté mostrando interés.

—Sara-Miranda, ¿la conoce? —yo hice un gesto de estar pensativo.

—Uhmmm, algún día habré coincidido con ella pero no mucho —aclaré, el asintió y comenzó a cantar.

La lluvia, el sonido de la guitarra de Vicentin y las hélices del helicóptero mezclándose con el eco de las balas eran la combinación perfecta, quién pensaría que descubriría tan maravillosa cosa en estas circunstancias, saqué la AK-47 que me dió Vicentín y corrí junto a Carlo, el cuál estaba tirando vengalas.

—¡Vamos, vamos, vamos! —gritaba mientras todos corríamos a los helicopteros, antes de subir corrí hasta Vicentín.

¡Vicentin, Vicentin, te quiero, te quiero! —grité pasando alrededor suyo, corrí hasta el helicóptero y me subi.

¿Solo un Sugar daddy? ||| HANI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora