No es verdad (Edluca)

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Sabía que eso era un juego de vida o muerte. Sabía perfectamente que en cualquier momento podría cobrar la vida de alguien y sabía perfectamente que ese alguien podría ser cualquiera. Sin embargo, aun siendo consiente de esto, cuando la noticia llegó fue devastadora.

Ver a Norton salir de aquella enorme puerta cerrándose detrás de él en señal de que era el último jugador que faltaba para terminar la partida.

– ¿dónde está Edgar? – preguntaba el prisionero con desesperación, necesitaba una respuesta, algo que le dijera que no había sucedido lo menos esperado. Norton guardó silencio un momento mientras se quitaba el casco y lo ponía en su pecho en señal de respeto.

– lo siento... – murmuró en respuesta.

Esas palabras llegaron como una bala al corazón.

No es verdad.

Caminó lentamente hacia el prospector y lo tomó con firmeza de los hombros.

– ¿dónde está Edgar? – repitió insistente, paralizando a Norton.

– Luca, déjalo – Vera tiró de su brazo para apartarlo del superviviente, en respuesta, Luca dio un tirón brusco desequilibrando a la perfumista.

– ¡¿dónde mierda está?! – volvió preguntar ahora levantando el tono de voz mientras tomaba a Norton de la camisa. En sus ojos se acumulaban poco a poco las lágrimas involuntarias.

– ¡muerto! – contestó Norton con brusquedad en busca de que lo dejara en paz.

El prisionero dejó caer a su compañero soltándolo sin cuidado, la fuerza se le había ido.

No es verdad.

La habitación daba vueltas bajo sus pies y el rostro de todos se volvía borroso.

– ¡Luca! – escuchó a la lejanía, a la par que unos brazos lo rodeaban ayudándolo a volver en sí. Martha había llegado a socorrerlo para evitar que se cayera.

– suéltame – balbuceó en su debilidad. Martha obedeció, no quería problemas.

No es verdad.

El chico caminó fuera del lugar con todas las miradas de preocupación sobre él, pero ya no le importaba. Necesitaba procesar la información, o tal vez evitar que su mente la procesara.

De la cocina sacó una botella y luego otra (por si era necesaria) para luego subir las escaleras ignorando completamente las voces de sus compañeros y encerrarse en su habitación bajo seguro.

El líquido quemaba en su garganta a la par que las lágrimas salaban sus labios. Sentía que podría morir de tristeza en ese instante, y sería irónico porque justo ahora es lo que más le haría feliz.

A la mitad de la botella ya era difícil atinar a su boca, por lo que terminó empapando su ropa y su rostro. Las lágrimas cada vez salían con mayor frecuencia y fluidez.

No es verdad.

El coraje corrió por sus venas por un fugaz momento que le dio la fuerza necesaria para lanzar la botella contra el muro mientras soltaba un grito desgarrador, estallando en pequeños cristales y gotas del líquido que le quedaba. el chico abrazó sus rodillas y se dejó caer al suelo en esa posición, jalando de su cama una almohada para abrazarla.

Ahogaba los gritos de vez en cuando sobre la funda, y golpeaba la almohada con furia cada tanto. Nada lo ayudaba a desahogarse por completo. Solo quería dejar de existir.

Se preguntaba constantemente ¿por qué a mí? ¿por qué a él? ¿por qué no yo?

Los parpados hinchados ya se le cerraban por el agotamiento y Luca no los detuvo, deseando que esa fuera la última vez que viera la luz. Entonces una voz lo despertó.

– Luca...

Al abrir los ojos se topó con Edgar en lugar de la almohada. Estaba otra vez en sus brazos.

– Eddie – murmuró desganado – ¿dónde estabas? – inevitablemente, las lágrimas volvieron a aparecer, pero ya no había fuerzas ni para expulsarlas.

Edgar lo miraba con ternura.

Esa mirada...

Edgar era el único en la mansión que lo veía por lo que era. No como un genio, no como alguien inteligente con capacidades admirables, no como alguien comprometido, no como un ejemplo a seguir o como alguien en el que tienes altas expectativas, no. Lo miraba como un jodido desastre sin reparación, y eso lo volvía loco.

Lo tomó de sus mejillas para verificar que era real. Estaba allí.

– ¿por qué te fuiste? – preguntó con melancolía, pero el pintor no respondía. Hundió su nariz en el hombro del castaño, volviendo a oler ese hermoso aroma que siempre tenía mientras lo abrazaba con fuerza.

– no te vayas – suplicó en un murmullo.

No es verdad.

– te amo – respondió el pintor.

Esas simples palabras bastaron para destruir aún más a Luca, pues había confirmado que lo que Norton había dicho eran verdad. Edgar se estaba despidiendo.

Allí, sin separarse de él, se quedó dormido. Despertando solo con una almohada entre sus brazos.

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¿qué? ¿qué esto está basado en una canción de José José? cómo crees... *silva disimuladamente* (se llama almohada)

Aʋҽɳƚυɾαʂ ҽɳ ʅα ɱαɳʂιóɳ  (identity v)Where stories live. Discover now