Emily

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¿quién es Emily?

Emily es una doctora.

Una hermosa doctora.

Emily es una heroína sin capa.

Mi heroína sin capa.

Emily es un ángel.

Mi ángel.

Emily lo es todo para mí.

No podría definirla en palabras, pues ella es un sentimiento.

Ella es todos mis sentimientos.

Emily se ha convertido en mi oxígeno.

Ella es mi alimento diario.

Es mi energía.

Emily es lo único que pienso al despertar y antes de dormir.

Cuando la veo mi corazón de un vuelco y el aliento se me escapa.

Al escuchar su dulce voz preguntándome "¿cómo estás?" en cada consulta sé que estoy bien, porque ella está ahí.

Mis ojos brillan con una simple sonrisa suya.

No se que sería de mí sin ella; sin su sonrisa, sus ojos, sus facciones, sus manos, su voz, sus sentimientos, su cuerpo.

Emily es el único templo al que yo le rezaría.

Emily es mi religión.

Emily es mi razón de vivir.

Emily es mi razón de respirar.

Emily lo representa todo para mí.

Ella es la única persona por la que daría mi vida.

Incluso me suicidaría si ella así lo deseara, pues sus deseos son mis órdenes.

Si ella lo pidiera, yo podría envenenar a todos en está mansión.

Podría pagar su condena en la cárcel.

Si ella lo desea, podría ser torturada hasta la muerte.

A veces siento que no le demuestro lo mucho que la amo.

Pero es que no sé cómo hacerlo.

Mis sentimientos van más allá del amor.

He pensado en hacerle un regalo.

Quiero darle mi corazón.

Quiero enterrarme un cuchillo en el pecho y sacar mi corazón de allí para luego dárselo en un bonito envoltorio.

Quiero que sepa lo que siento por ella.

.

– ¿Emma? – pregunté a la madera de la puerta.

Habían pasado ya 15 minutos, pero aun nadie abría la puerta. Empezaba a preocuparme, por lo que llamé a William para que me ayudara a abrirla a la fuerza.

Cuando la cerradura por fin fue forzada entré a la habitación, William se quedó fuera por si acaso necesitaba de nuevo su ayuda.

No tardé mucho en darme cuenta por qué Emma no atendía a la puerta.

Mi primera pista fue su mano desplomada, llena de sangre, parecía que sostenía un cuchillo, pero ya no tenía las fuerzas para aferrarse a él.

Seguí su brazo con mis ojos, su camisa antes limpia ahora tenía pequeñas manchitas color carmesí.

Llegué a su hombro y luego a su espalda, subí por su cuello hasta su rostro cubierto por su típico sombrero, temerosa me agaché para descubrir su cara.

Sus ojos seguían abiertos, pero habían perdido su calor. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, tenía una siniestra sonrisa, como si hubiera disfrutado incluso su último momento, moví mi zapato y me di cuenta que estaba parada en un charco de sangre.

Mi vista se nubló, de repente la habitación daba vueltas y mis pies perdían fuerza, acto seguido caí desplomada al suelo.

Aʋҽɳƚυɾαʂ ҽɳ ʅα ɱαɳʂιóɳ  (identity v)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora