-Buenos días Maira, ¿vas a algun lado?- pregunto Solo con una sonrisa
-Buenos dias Solo, iba a ir al rio a ver si hay frutos para recoger, tenia pensado hacer un pastel- contesto Maira mostrando la cesta que llevaba
-Te acompaño, tengo que coger unas cosas cerca del río para la "reunión" de esta noche-

Maira se quedó en silencio y asintió con aprobación, no quería hacer sentir mal a Solo, después de todo el era quien habia acudido a sus suplicas cuando estaba al borde de la muerte, es lo menos que podia hacer. Aunque tenía una pizca de miedo, sabia que Solo no era humano, era algo mucho mas siniestro, después de todo, habia acudido en su ayuda al pronunciar aquel rezo pecador, y sabia perfectamente que no era coincidencia, por no mencionar el hecho de que todo el campamento, incluidos ancianos y jovenes, participaban en esas "reuniones" las cuales era un centro de lujuria y pecado. Maira no habia participado en ninguna, a fin de cuentas no se sentía atraida porque otros la miraran ni queria equivocarse de persona, ella solo yaceria en el lecho matrimonial con su marido, el dia de su boda.

-¿Te puedo hacer una pregunta, Solo?- Maira quería confirmar sus temores y poder centrarse en otra cosa.
-Mmm...por supuesto- contestó este mirándola de reojo sin dejar de andar.
-El dia que me salvaste, acudiste a mi tras rezar al maligno, entonces...¿T-tu eres el diablo mismo verdad?- pregunto Maira nerviosa y asustada

Solo solto una fuerte carcajada y agarro el brazo de Maira con fuerza, obligando a que la mirara.

-Mírame a los ojos, mírame y dime qué ves- ordeno Solo con voz tranquila, a pesar de la fuerza con la que agarraba a Maira.

Maira miro directamente los ojos de Solo, perdiéndose en aquel oscuro verde, pero no vio nada, y antes de darse cuenta, estaba desviando su mirada hacia los labios de Solo.

-No soy el Diablo, solo soy un hombre, un hombre que vio la crueldad de Dios y decidió unirse al bando del conocimiento, al bando del placer sin culpa, si eso me hace malo entonces lo admitire, pero prefiero servir al que es igual que nosotros antes que servir al que se cree superior a todos-
-Perdon...no quería ofenderte- dijo Maira triste, intentando zafarse del agarre de Solo, pero su cuerpo no respondía.
-Es normal tener miedo si te han criado con la idea de que el Diablo es malo y Dios es bueno, cuando no te salvo de las garras de la Muerte-

Maira quería hablar, pero sus palabras estaban atascadas, no podia hablar.

-Dejame que te pregunte algo, se sincera, ¿que es lo que mas deseas en este mundo?- pregunto Solo

Maira seguía callada, la presión de su brazo habia disminuido, pero el agarre seguía siendo firme. La mente de Maira estaba hecha un lio, era verdad que Dios no la había ayudado, era verdad que fue Satanas quien la salvo, toda su moralidad se estaba derrumbando y creando un nuevo sentimiento, ¿que era lo que mas deseaba?, no era casarse, eso era lo que le habían metido en la cabeza, ella queria algo mas profundo, mas oscuro, mas primitivo, mas que el simple hecho de casarse y formar una familia, queria...

-Te quiero a ti- susurro Maira mirando a Solo a los ojos, ni siquiera se habia dsdo cuenta de que habia tirado la cesta al suelo.

Solo sonrió y agarro a Maira por la cintura, levantadola para dejarla a la misma altura que su rostro.

-Aquí nadie te mira mal, aquí no te juzgamos por lo que deseas, aquí no te vamos a mirar mal, no eres inferior ni superior a nadie, aqui puedes liberarte de la forma que desees y con quien desees- dijo Solo dirigiéndose hacia el tronco de un arbol aun con Maira agarrada.

-Te deseo a ti, solo a ti- contesto Maira, agarrando con fuerza los hombros de Solo y rodeando su cintura con sus piernas.

Solo dejó a Maira en el suelo de pie y se puso de rodillas frente a ella, mirándola mientras se mordía el labio inferior y agarraba la parte baja de su vestido. Con lentos movimientos comenzó a levantar la parte baja del vestido, dejando a la vista las preciosas piernas de Maira, conforme mas le subía el vestido mas piel quedaba expuesta de la joven, hasta que al final Solo le habia quitado el vestido por completo dejando a Maira como había venido al mundo.

-Eres hermosa, una belleza como tu no merece sufrir- la voz de Solo era ronca, seductora.
-Gracias- la voz de Maira era apenas un susurro llevado por el viento

Solo dejo el vestido en el suelo y se sentó sobre el, como por instinto, Maira lo acompaño y se sento sobre, quedando ambos pegados, la joven con las piernas envueltas en la cintura del apuesto muchacho con el que iba a yacer.

-El infierno es el lugar mas bello del mundo, lleno de campos verdes para correr y lagos con aguas cristalinas, pero sin lugar a dudas, tu eres mas bella que todas esas cosas- Solo acerco sus labios a los de Maira.

Ambos se fundieron en un lento beso, sus lenguas jugaban entre si como si bailaran al compás de una canción, las manos de Solo acariciaban la anatomía de Maira, descubriendo sitios todavia ocultos para ella, que no tardaban en hacerla jadear. Y en cuanto noto la mano calida de Solo, enterrarse entre sus muslos y notar como acariciaba con su dedo corazón sun intimidad, no puedo evitar gemir contras las labios de su pareja, mientras apretaba con fuerza sus piernas intentando cerrarlas en vano. Ambos se separaron, sus labios estaban rosados e hinchados, una pequeña gota de sudor escurrio por el cuello de Solo, y sin poder evitarlo, Maira le dio una lamida haciendo gruñir al joven.

-No temas, no voy a juzgar tu verdadero ser, libérate y se libre de las ataduras de este mundo estúpido- cada palabra de Solo era oro para Maira, estaba consumida en sus palabras.

De pronto, Maira noto como un dedo la invadía dentro de si, y por acto reflejo dio una fuerte mordida al cuello de Solo, notando la sangre fluir, pero no oyo ninguna queja, solo un gemido y un bulto que rozaba la parte baja de su intimidad. Cuando Maira se separo vio la marca de sus dientrs y como la sangre salía de la herida, y cegada por su lujuria reprimida la lamio, notando como otro dedo la invadia, para acto seguido empezar a moverse ambos dedos dentro de ella, haciéndola soltar un fuerte gemido y varios jadeos.

-Eso es, satisface tus mas oscuros deseos con mi cuerpo- susurro Solo en la oreja izquierda de Maira, para acto seguido morderla con fuerza.

Maira gimio y comenzo a mover sus caderas, ansiosa de notar mas el roce de aquellos dedos gruesos dentro de si, necesitaba mas, mucho mas, necesitaba sentirse amada y al mismo tiempo que la usará como un simple objeto. La sola idea de sentirse un simple juguete a manos de Solo la hacía enloquecer. Con fuerza, agarro la camiseta de Solo y de un tiron la desgarro dejando a la vista aquel pecho firme y cubierto de una pequela capa de bello corporal.

-Eso es, usame como un objeto de placer- susurro Solo sin dejar de mover sus dedos.

Maira comenzó a apretar con fuerza los pechos de Solo, mientras sentía como con cada segundo que pasaba estaba más cerca de alcanzar el climax.

-Estrangulame- Maira necesitaba sentirse usada por Solo, y ansiaba que lo hiciera.

Solo no dijo nada, agarro el cuello de Maira y con fuerza, sin llegar a dejarla sin aire, le apreto el cuello, haciéndole mas difícil respirar, pero la joven en vez de quejarse solto un gemido sin fuerzas mientras miraba fijamente a Solo, totalmente perdida en el placer de lo prohibido.

-Háblame como si fuera una furcia- suplico Maira agarrando ella también el cuello de Solo, apretandolo.
-Eres una maldita guarra, depravada mentalmente y sin derecho a vivir con la gente- las palabras de Solo estaban llenas de lujuria.

-¡Ahhh...mierda...siiii!- Maira cerro los ojos con fuerza y se corrio en la mano de Solo, aunque sin poder evitarlo, también se orino sobre el por las sensaciones abrumadoras que llenaban su mente.

Ambos se quedaron quietos, Solo solto el cuello de Maira y esta hizo lo mismo. Notando ambos las marcas de sus actos en el cuerpo del otro. Aunque sin duda Maira habia hecho mas cosas, un mordisco en el cuello, la marca de sus manos en los pechos de Solo, y su orina en sus pantalones.

-No temas, recuerda que no juzgare tus deseos, eres libre de experimentar todo- susurro Solo, sacando su mano de la intimidad de Maira.

Maira obersvo como Solo, se llevaba su mano manchada de orina y de los fluidos de ella a su boca y los lamia lentamente, dándole a Maira un espectáculo demasiado provocativo y pecaminoso.

-¿Podrias hacerme el amor?- pregunto Maira mirando hacia abajo
-Como desees- contesto Solo.

Ambos se fundieron en un beso, deseosos de mas.

Relatos EróticosWhere stories live. Discover now