Ahora que sé cómo sería tener un hijo, mi útero parece haberse cerrado en banda. Estoy medio muerta, no me he tomado ni el café después de cuatro noches sin pegar ojo pensando en Yoongi, el coloso y el lío en el que estoy metida, y a este tío le da por torturarme de repente solo porque cometí el error de pedirle la tablet.

Llevo desde el domingo pasado de los nervios, y si esto tiene algo de bueno (siendo positiva a niveles exagerados) es que este tío raro me tiene tan confusa que no me permite estar nerviosa de ninguna manera; al menos, no lo estoy hasta que llaman a mi puerta, haciendo que dé el bote de siempre sobre mi taburete. Tengo el corazón muy sensible últimamente, y en una de estas que llamen sin avisar me matan de un infarto.

—Sí, adelante —contesta Taehyung con toda la confianza del mundo.

—¿Qué haces tú aquí? —pregunta Namjoon al ver al chico en mi estudio, como si presenciase un auténtico milagro.

Noona y yo estamos haciéndonos amigos.

—¿Lo estáis? —cuestiona mi jefe con toda la cara arrugada por la incredulidad. Niego con la cabeza cuando me mira a mí, pero Picasso asiente muy convencido—. Pues siento mucho cortaros el rollo, pero hay un cliente esperando.

—¡¿Para mí?! —cuestiona emocionado el chico de pelo gris.

—Lo siento, Tae, pero este cliente solo quiere a Sonie —lo último lo dice mirándome con una sonrisa, y yo ruedo los ojos sin estar mentalmente preparada para relacionarme con otro ser humano tras la paliza verbal que me ha dado Taehyung—. Por cierto, ¿te puedes quedar un rato en la recepción, Tae? Estoy hasta arriba de temas y no tengo un respiro; además, el jardín está descuidado... me gustaría tomarme el día para arreglarlo después de ponerme al día en clase.

—Claro, hyung, sin problema —acepta el chico, cabizbajo y visiblemente chafado porque el cliente no fuera para él.

—¿Sonie?

—Dile que pase, qué remedio... Pero que alguien me traiga otro café, por favor, que este no ha empezado ni a despertarme. Verás tú el truño que voy a hacer como tenga que tatuar ahora...

—¡Yo te lo traigo, noona! ¿Cómo te gusta a ti el café?

—Negro como mi alma... —murmuro siniestra, pero el chico se ríe—. Un par de cucharadas de azúcar y en el vaso más grande que encuentres, por favor.

—Ahora mismo te lo traigo.

Y sin decir más, efectivamente, desaparece por la puerta. Namjoon, sin embargo, no le sigue; se queda plantado en el marco de entrada, mirándome con una mueca de suficiencia que no sé descifrar del todo.

—No vayas a usar al nuevo como tu chico de los recados...

—¿Pero qué me cuentas? Si ha venido él solito aquí a buscarme; demasiado que llevo aguantándole media hora mientras rebuscaba en cada cajón que tengo sin pegarle ningún golpe en la cabeza.

—¿Estás bien? —pregunta en lugar de apiadarse del castigo que me ha tocado sin comerlo ni beberlo.

—Qué pesado, Nam —bufo—, si es por lo de Yoongi, voy perfectamente; ya está superado. ¿Yoongi? ¿Quién es Yoongi?

—No te lo decía por él, es que te veo un poco perdida desde hace unos días. Además... parece que estás con los nervios de punta todo el rato; cada vez que dan al timbre sales a mirar y saltas en cuanto suena algún ruido fuerte...

—¿Me estás espiando?

—Siempre tengo que estar atento de ti, más que nada para que no te escapes a hurtadillas.

Inked KnockoutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora