Capítulo 8: Invitaciones

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Anel.

—Eider, deja de quejarte. Agradece que ya estás en casa.

Ella pone los ojos en blanco y yo río. No le gusta tener que hacer reposo.

—Anel.

Me llama mi madre desde el estudio que comparte con mi padre.

—Vuelvo en unos minutos para despedirme —beso su frente y voy hasta el estudio.

—¿Querías decirme algo? —pregunto.

—Siéntate.

Como no tengo ganas de discutir ahora mismo, le obedezco y me siento frente a ella.

—Dime —digo apurada. Mientras más rápido termine esto mejor.

—Yo... emm... tu padre y yo hemos pensado que deberías de venir más seguido a visitar a tu hermana, creemos que le haría bien verte.

Frunzo el ceño al ver su rostro. Parece un poco nerviosa e incluso está jugueteando con sus manos sobre el escritorio.

—Lo intentaré. ¿Algo más, mamá?

Ella pareció dudar unos segundos antes de soltar alguna palabra y eso solo logró preocuparme más.

—¿Qué sucede? —insisto poniéndome nerviosa.

—Tu padre... me pidió que te dijera que aún no es tarde para volver a casa y tal vez involucrarte en cosas de la empresa...

Mi mente comienza a maquinar a mil por hora y mi rostro se enciende en enojo puro. ¿Estaba diciendo lo que creía que estaba diciendo?

—¿Qué quieres decir con eso? —murmuro.

—Que aún podrías seguir con el legado familiar y al lado de tu hermana... Tú sabes que eso siempre ha sido lo que hemos querido para ti.

Suelto una risa fuerte y sarcástica, no me puedo creer que esté pidiéndome esto.

—¿Estás pidiéndome que deje mi trabajo porque ustedes quieren?

Ella me miró en silencio unos segundos y yo negué incrédula.

—Estoy casi en shock, pensé que ese era un tema superado. ¿Volver a casa? Ésta ya no es mi casa, y ustedes ya no pueden seguir controlándome como a una niña pequeña.

Me levanto dispuesta a irme inmediatamente pero cuando he dado la vuelta y casi estoy por cruzar la puerta su voz me detiene.

—Hagas lo que hagas vamos a seguir siendo tus padres Anel, lo quieras o no aún tenemos poder sobre ti.

Me giro demasiado molesta para el bien de ambas y camino hasta donde ella se encuentra, noto que se ha levantado y ahora quedamos frente a frente.

—Escúchame bien Natasha, porque esto sólo te lo voy a repetir una vez y espero que te quede bien claro, yo jamás, jamás en mi vida volveré a estar bajo su influencia, nunca volveré a hacer lo que quieren que haga por un estúpido capricho.

—¡No! ¡No te atrevas a decir que es un simple capricho, nosotros creamos todo esto para ustedes y ninguna de las dos lo valora!

Levanta la voz. Ok, debo calmarme porque sino esto va a terminar mal.

—Ya basta mamá, me voy a ir y espero que no sigan insistiendo con esa tontería, no voy a tirar mi carrera a la basura ni dejar de hacer lo que amo.

Salgo de ahí dejándola en silencio y cuando estoy en mi auto fuera de la casa de mis padres respiro profundo e intento calmarme antes de conducir al hospital. Vine para dejar a Eider pero ya veo que fue una mala idea, venir aquí siempre lo es.

Sigue RespirandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora