Cuando salió de la cama, se dirigió a la cocina en busca del hombre. Había rastro de que estuvo allí, pero no estaba por ningún lado. 

Y Regulus no apareció hasta bien entrada la noche, Jane se dio cuenta de que eran casi las tres de la mañana cuando el hombre entró por la puerta. Sin embargo, algo no estaba bien. 

Todo su cuerpo temblaba y parecía más que perturbado. Jane corrió a abrazarlo y fue justo cuando Regulus soltó a llorar. 

No entendía nada, pero tampoco era capaz de preguntar algo. Se limitó a abrazarlo y acariciar su nuca con suavidad, nunca antes había lo había escuchado llorar de esa manera, pero estaba segura de que no quería que volviera a ocurrir. 

Regulus sollozaba y casi parecía que se ahogaba con su propio llanto, a Jane le dolía hasta el alma, más porque no sabía qué hacer o cómo ayudarlo. 

—Reg… —murmuró.

Los dos estaban sentados en el suelo, la cabeza de Regulus reposando sobre el pecho de su amada con los ojos apenas abiertos y ella dándole suaves caricias. 

—¿Qué pasó? —volvió a hablar. 

Él no era capaz de pronunciar palabra alguna o volvería a ahogarse en su llanto. 

—Sabes que te amo, ¿cierto?

—Por supuesto. 

—Y sabes que nunca haría nada para dañarte. 

—Lo sé —el estómago le comenzó a doler.

—Jane… —se separó de ella y se sentó sobre sus pantorrillas mientras la tomaba de las manos— tengo que irme por un tiempo.

Los ojos de la chica se cristalizaron.

—No… Regulus… —

—Está bien, Jane. Sólo serán unos días, pero debes prometer que te quedarás aquí hasta que vuelva —ahogó un sollozo— esta casa es completamente segura. Nadie podrá dañarte aquí. 

—Prometiste que nunca me dejarías.

—Jane, enserio quisiera decirte todo lo que está pasando. Pero es mucho peor de lo que imaginaba. 

—Promete que volverás. 

Se miraron fijamente a los ojos. 

—Jane… —

—¡Promételo! —las lágrimas se deslizaron en silencio— dijiste que siempre regresarías a mi. 

Le dolía tanto verla de esa manera, un fuerte nudo se alojó en su garganta. 

—Yo… Jane —se quedó en silencio un momento, tratando de recordar cada centímetro del rostro de su amada— te lo prometo. 

Besó sus manos tratando de no soltarse a llorar de nuevo. Era una promesa vacía, ambos lo sabían, pero querían aferrarse a algo.

Se separaron un poco, incapaces de mirarse a la cara.

—Literalmente estoy… caminando en una cuerda floja. Sin saber lo que pasará mañana o a dónde iré —habló Jane sin levantar la mirada, trató de ahogar un sollozo, pero no lo logró— pero lo único que me hace sentir mejor es que estoy contigo… y así podría ir hasta el fin del mundo sin importar nada. 

Esas palabras no le ayudaron mucho a Regulus. 

Se puso de pie repentinamente, liberando un gran suspiro y acomodando su ropa. Miró a Jane, que seguía en el suelo y mordió con fuerza el interior de su mejilla hasta que sangró. 

—Te amo, Jane. 

Sin esperar respuesta, se desapareció. Jane levantó la mirada. 

Un zumbido aturdió sus oídos y un fuerte grito salió desde lo más profundo de su pecho. Era una sensación de quemazón realmente horrible dentro de su pecho que lentamente la destruía.

No estuvo muy segura de cuánto tiempo pasó, pero cuando regresó a la realidad, ya era de día, ella seguía en el suelo abrazando sus piernas incapaz de derramar más lágrimas. 

Había una horripilante sensación de soledad dentro de su pecho, que lentamente se convertía en odio. Odio hacia sólo una persona.

Voldemort.

Todo era su culpa. Que Regulus se marchara, que los días se volvieran grises, que su corazón se rompiera justo por la mitad.

Todo era tan injusto.

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Tightrope ⇝ Regulus Black ✔Where stories live. Discover now