A X Y S

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         Había nacido príncipe de Meereen tras su hermano Vyak y la tradición decía que si Meereen caía en desgracia y ninguno de sus señores conseguía estar apto para el gobierno, el segundo hijo de la sangre del dragón tendría el deber de alzar el estandarte del dragón tricéfalo y rescatar a la ciudad que antaño había liberado Daenerys Targaryen.

        Aquella idea le había gustado, pero más le hubo gustado cuando su padre había muerto y su título había ascendido a príncipe de Rocadragón.

        Pero luego Daenos le había nacido a Vyak y a Vassillissa y le había arrebatado Rocadragón, y más tarde Raelius tomaría Meereen para sí y él se quedaría sin nada, relegado al final de una línea sucesoria en que sus descendientes en cuatro generaciones más tarde poco tendrían que ver con los Targaryen que se sentarían en el Trono de Hierro. 

        Toda su descendencia sería meros primos muy lejanos del dragón solamente.

        Había sido también muy hermano de su hermana. Axys había seguido a Vassillissa por toda la Fortaleza Roja desde que había tenido dos pies para caminar. Vyak había tenido al bastardo de Fuegoscuro, por lo que no había sido de extrañar para sus padres que ellos se tuvieran entre sí.

         Sin embargo, no había sido una relación fácil. Con Vassillissa había conocido sus primeras sonrisas y sus primeros odios. Con ella había aprendido a abrazar y a besar, así como a sostener correctamente un cuchillo contra el cuello y a morder en las partes blandas del cuerpo, allí donde la mordida produjese más dolor.

         Nadie había sido capaz de controlarlos. Axys Targaryen había recorrido medio mundo en busca de la verdad y de su lugar, y muchos hombres y mujeres les había regalado incontables y grandes cicatrices y traumas, pero ningunos como los que Vassillissa Targaryen le había dejado a él en el rostro, en la parte baja de la espalda y en los muslos.

         Los dioses habían destinado que su hermana fuese reina de modo que Axys jamás le había tocado la cara, pero sin duda tendría en sus lugares más ocultos las marcas arrolladas de piel que la astucia del viejo maestre Mort había conseguido hacer sanar a duras penas en brazos, tobillos, senos y vientre. 

         La última vez que habían rodado juntos escaleras abajo por la torre alta de Maegor, a pocos días de que sus padres reconocieran el compromiso de Vyak y ella, Axys había procurado que su hermana se volviera estéril golpeando su vagina con fuerza sin conseguir los resultados que había deseado en sueños.

         Pero no por ello no se había quedado con la virginidad de su hermana, si es que acaso ella había sido virgen cuando se entregó a él. Había sido su primera mujer, de modo que no habría sabido decir si lo era. Pero lo que sí era cierto que virgen ante el lecho de Vyak Targaryen no había llegado.

         Después de su matrimonio hubo poco que hubiera podido hacer en Desembarco del Rey y había huido hacia el mar.

         En Braavos había vendido algunas joyas robadas de la corona y había comprado especias que hubo vuelto a vender y comprar en Pentos, en Myr y en Tyrosh. En los Peldaños de Piedra había adquirido una identidad falsa como Griff el Azul en donde había participado como pirata dos años, asaltando las galeras dornienses y de la Tierras de la Discordia. 

         Allí había incrementado su flota de tres a doce barcoluengos. Más tarde había navegado hacia el sur y hubo creado su propio establecimiento de prostitutas de Lys en su propio barco, que lo había hecho el triple de rico y en el que había vendido su propio cuerpo tanto para meretrices adineradas como para pervertidos lysenos ricos que podían pagar el placer de su tiempo.

Poniente III: Corona de CuervosOnde histórias criam vida. Descubra agora