El espacio interdimensiones

Comenzar desde el principio
                                    

—Sí, hoy iré a ver un par de lugares.

—Pero ¿por qué?

—Mauro nos quiere fuera. Y también este lugar me queda lejos del trabajo. Ya son dos noches que Ian se queda a dormir en el sillón porque me acompaña después de su trabajo y no llega a tomar el último tren.

—Ese chico... no me agrada nada. Su aura es extraña —dijo seria—. De todas maneras. Si se van yo no estaré tan pendiente de ustedes, sabes que son mi familia y yo soy quien vigila que tu padre no haga desastres en la cocina. Es decir, ¿quién va a ayudarlo? ¿si tienes una emergencia? ¿Qué va a pasar? Déjame hablar con Mauro y yo lo soluciono. —Cambió su tono y habló apresurada.

—Amanda, gracias, en serio agradezco todo lo que haces y créeme que tú eres el único motivo por el que no quisiera mudarme, pero no tengo opción. Puedes venir cuando quieras, y yo también vendré a visitarte. Obviamente seguiré yendo a comer al restaurante de Clarisa. No hay mejores hamburguesas veganas que las suyas, he probado las del área cinco y no hay comparación. Y sí he pensado en mi papá, creo que contrataré a alguien que ayude con la limpieza, la cocina y todo eso. Por suerte ahora puedo pagarlo.

—No sé Sophie... —de pronto su rostro se iluminó—. ¡Contrátame a mí!

—¿A ti?

—Sí, yo ya trabajo cocinando y limpiando para extraños. Qué mejor que hacerlo para gente que es de mi familia. Así voy todos los días, cuido de tu padre y tú estás más tranquila.

Lo pensé un segundo, eso no sonaba mal. Seguiría teniendo a Amanda cerca y no tendría que preocuparme por mi papá.

—Eso suena bien, aunque todavía no sé a dónde voy a mudarme, tal vez es lejos.

—Eso es lo de menos. Sabes que yo voy a donde sea. —Me dio un abrazo—. ¿Entonces estoy contratada?

—Sí, por supuesto —accedí con una sonrisa.

—Perfecto cariño, tú dime a dónde nos vamos y ayudaré a empacar lo antes posible... por cierto, te noto algo diferente—. Puso sus manos en mi rostro y me miró directo a los ojos, inspeccionando algo en ellos. —Tus chakras están desequilibrados. Es curioso, te los alineé en tu cumpleaños. Eso puede ser porque estás absorbiendo malas energías.

—No lo creo. Seguro no es nada. —Traté de alejarme. Cuando Amanda empezaba con esas cosas no sabía qué decirle. Creo que ni ella entendía lo que decía a veces.

—Déjame ayudarte, lo hago en un momento. —Me tomó de la mano e intentó llevarme a su apartamento, no sabía cómo zafar, hasta que Ian salió.

—Sophie, mejor salgamos así nos da tiempo de ir a todos eso lugares —me dijo rodeándome con un brazo. Amanda puso un rostro de pocos amigos, Ian en verdad no le agradaba. Seguía con esa mala impresión causada por su enfrentamiento con Mauro.

—Lo siento Amanda, debo irme, otro día me alineas los chakras. Y te aviso en cuanto confirme el lugar.

Ian me extendió mis cosas y salimos juntos del edificio.

***

—Podemos ir al área veinte primero —sugerí observando las direcciones en mi teléfono.

—Quieres el apartamento del área siete —aseguró Ian.

—No, no necesariamente —mentí.

—Vamos al del área siete. Perderemos el tiempo en los otros.

—Está bien... sí, es decir, ¿quién no quiere vivir en las primeras áreas? Bueno, tú no cuentas, es que no sabes cómo es vivir del área once o para arriba. Por una vez quisiera que mi papá pueda respirar aire puro y regresar a casa en la noche sin miedo a ser asaltada o algo peor.

TransalternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora