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Elle se quedó mirando su armario. Estaba todo lleno de camisetas blancas y largas y otro montón de pantalones azules. Parecía ropa muy cómoda y decididamente llevar la misma ropa todos los días debía ahorrarle mucho tiempo cuando era adulto.

Sin embargo, prefería la ropa de Light. Aunque no fuera más cómoda, debía admitir que era más bonita. Tal vez justamente porque era de Light y se había acostumbrado a su estilo. Además, tenía claro que aprovecharía cualquier oportunidad de llevar la ropa del castaño, con tal de sentir que estaba junto a él.

Cogió un calzoncillo de su armario, pensando que sería muy raro coger prestado uno de los bóxers de Light y se dirigió al armario de su compañero de cuarto. Estaba lleno de ropa, no tenía nada que ver con el suyo.

Sin pensar demasiado cogió unos pantalones vaqueros negros y una camisa blanca. Light y él ya eran casi de la misma altura, así que le sentarían bien.

Se puso los vaqueros primero, notando que le quedaban un poco anchos. Luego cogió la camisa y volvió al baño, con intención de mirarse en el espejo.

Observó su reflejo con atención. Su revoltoso pelo negro pegaba con sus oscuros pantalones y estaba seguro de que la camiseta blanca le sentiría bien a su pálida piel.

Se puso la camisa y, no conforme con cómo le había quedado el conjunto, decidió soltarse un par de botones y meterse la camisa un poco en los pantalones. Solo un poco.

Para finalizar decidió peinarse su pelo usando sus manos y algo de agua. Era difícil porque dudaba que se hubiera peinado alguna vez en toda su vida.

Entonces escuchó cómo se abría la puerta de la habitación. Se giró, esperando ver la cabellera castaña del chico que lo traía loco, pero se sorprendió al ver a un hombre mayor asomandose por la puerta del baño. 

Era Watari y detrás de él venía Light, quien al ver a L tan adorablemente elegante en su ropa, se quedó paralizado en el sitio.

Le echó una disimulada mirada de arriba abajo, notando lo bien que le sentaba su ropa y lo atractivo que estaba con dieciséis años.

Daba gracias a que no se le había ocurrido coger una de sus típicas camisetas blancas y anchas, porque aunque le encantaban porque eran típicas de L y de su extraña personalidad, el atuendo que había escogido era definitivamente más atractivo.

Y a Light no le solía gustar llevar la misma ropa que el resto de la gente o que otros llevaran su ropa, le gustaba resaltar.

Sin embargo, por L podía hacer una excepción. A él le dejaría toda la ropa que quisiera, con la condición de que le dejara ver cómo le quedaba.

Bueno, y aunque no aceptara sus condiciones le dejaría, solo para hacer a L feliz. Porque esa era la prioridad del castaño.

- Ryuzaki - Saludó el anciano, entrando más al baño - Dios, qué pequeño estás.

- ¿Papá...? - Murmuró el pelinegro, recordando las palabras del señor Yagami. Tanto Watari como Light se quedaron algo sorprendidos por la forma en que había llamado al más mayor, sobre todo el anciano.

El castaño por su parte sintió que sobraba en ese reencuentro. Se movió un poco en el sitio, pasando su mirada del adolescente al anciano repetidas veces.

- Tal vez os debería dejar solos.

- Sería una buena idea, joven Yagami.

Light asintió ante las palabras del más mayor y, tras cruzar miradas con L unos segundos, salió del baño. Esperaron hasta que escucharon la puerta de la habitación cerrarse, indicando que el castaño ya no estaba ahí, para hablar.

48 horas - LawlightWhere stories live. Discover now