Draco Malfoy y la Casa Black (#3)

Capítulo 20: La consecuencia de la piedad

Fue dulce, el momento en que Draco se dio cuenta que Severus estaba completamente a salvo, tal como predijo. Ningún número de Dementores en la Tierra podrían ser un contrincante para su padrino. Fue un momento dulce, el forzar su entrada a la enfermería a las cuatro de esa intensa noche que se convertía en mañana, y caminar hacía sus desaliñados amigos para gritarles que Sirius estaba a salvo, que había escapado, que él y Severus lo habían liberado, y mirar todos sus adorables y pequeños rostros intentar y al mismo tiempo fallar en creerle.

Fue más dulce, cuando todos se enteraron que era verdad, la siguiente mañana en el ala, cuando Fudge llegó azotando puertas y acusándolos a todos de jugar sucio, cuando su única prueba de que Draco había pasado la noche afuera de los dormitorios de Slytherin, estaba apoltronado al pie de la cama de su prima. Draco simplemente levantó una mano y le dijo con educación que esperaba ver al hombre de nuevo en la Copa Mundial ese verano. Desafortunadamente para el Ministro de Magia que balbuceaba, su único recurso fue demandar que el Jefe de Casa castigara a Draco. El castigo de Draco fue equivalente a una ceja levantada. Aunque fue un gesto cortante.

La adrenalina de haber ayudado a Sirius a escapar de último minuto no se desvaneció hasta que el año escolar terminó, ni siquiera cuando Gryffindor ganó la Copa de la Casa y Draco y todos sus pobres compañeros Slytherin tuvieron que sufrir su última noche bajo estandartes rojos con dorado. Fue, después de todo, algo inevitable por los puntos que Draco perdió al haber forzado su entrada a la Torre de Gryffindor. Pero la animosidad fue menos de lo que Draco hubiera esperado, después de todo, los Slytherin habían sido salvados del tierno abrazo de los Dementores gracias a Potter y Hermione. Hubo menos charla sobre lo injusto que era que Gryffindor hubiera ganado de nuevo, y más sobre como Sirius Black pudo haber escapado de otra prisión, la leyenda solo crecía del legendario Prisionero de Azkaban. "¿Qué se puede esperar?" dijo Theo secamente, sus ojos yendo hacia Draco con ironía. "¿Acaso hay otra magia en el mundo más peligrosa que la sangre de la Casa Black?"

Nadie supo la verdad de lo que había pasado por completo a excepción de Severus, ya que solo él y Draco estuvieron presentes tanto para la captura como para el rescate de Sirius, y Draco había sido aturdido por Severus por una buena porción de tiempo de la primera parte. Pero aunque era algo insensato, Draco había estado feliz de contar todas las partes que él conocía a Ron, Hermione, Potter, Luna, y el profesor Lupin, quien lució completamente desconcertado cuando Draco contó el rol de Severus en el escape. Completó seis de seis, de humanos que acusaron a Draco de usar el maleficio Imperius para hacer que Severus lo ayudara. Solo Dobby tomó la historia al pie de la letra, y felicitó a Draco por cambiar la opinión de su padrino.

"¿Porqué todos creen que siempre estoy usando magia oscura?," Draco se quejó con él, "Quiero decir, soy un mago oscuro, si, pero no soy tan oscuro," y Lupin lo recorrió con esa profunda mirada con ojos avellana, serena y tranquila, a pesar de que esos días eran sus últimos días en Hogwarts.

"Tienes razón, por supuesto, Draco," dijo Lupin suavemente. "No tan oscuro como tu tía"

La escuela entera estaba escandalizada, cuando se corrieron las noticias de que Lupin había intentado ayudar a Black a escapar, y por lo que parecía, había tenido éxito. La predominante teoría era de que aún estando encerrado bajo llave, Lupin de alguna forma había sido quien había efectuado el escape de Black justo antes de que recibiera el Beso del Dementor. Aparentemente Lupin había sido un profesor de Defensa demasiado bueno, a juzgar por la fe universal en sus enormes conocimientos. Más que ser expulsado, Lupin solo había escapado de un juicio del Ministerio debido a la falta de pruebas, y, Potter le dijo a Draco que sospechaba, debido a la intervención de Dumbledore. Potter creía que Dumbledore ahora sabía la mayoría, sino es que todo lo que había sucedido.