Capítulo 42 - Resurrección

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—Les dije que el tren estaría aquí.

—Tenías razón, ahora solo dejemos esta ciudad definitivamente —dijo Milagros.

—Oigan avancemos rápido, nada bueno sale cuando juntas trenes y zombis, y espero sepan de lo que hablo —mencionó Sebas nervioso a los demás.

—Te ves algo tenso, y por cierto, yo sí entendí la referencia —dijo Cecilia bromeando.

—Pues espero que los demás también lo hayan entendido. Suban rápido.

Los supervivientes estaban por subir al tren, pero una voz los detuvo:

—¿A dónde creen que se largan ilusos?

Los supervivientes voltearon a ver a quien les habló, y quedaron totalmente gélidos al ver que ese alguien era el enmascarado. La cara de los supervivientes perdió color de golpe. Estaban confundidos, asustados, mientras que por su parte, los ojos de Sebas pasaron de la sorpresa a la furia al verlo, y apretando los puños este le gritó al tipo:

—¡¿Cómo diablos estás vivo?!

—Un mago nunca revela sus trucos. Solo puedo decir que he resucitado.

—Maldito, esto no puede ser real —decía José sin poder entender nada.

—Pues todo esto es real, yo soy real, ¿y supongo que con mi aparición ya se pueden ir haciendo la idea de quién destruyó su humilde refugio no creen?

—Miserable hijo de puta. ¿Y qué es lo que quieres? ¿No te basta con que casi nos matas la última vez? —dijo Sebas poniéndose delante de todos.

—Me temo que no. Nadie debe salir vivo de aquí, así que no los dejaré escapar.

—Eso es lo que crees.

Sebas levantó su arma y disparó contra el enmascarado, él lo esquivo, y tanto Sebas como el sujeto sabían lo que venía ahora.

—Suban y enciendan el tren, yo los alcanzo luego —dijo Sebas sin mirar a los demás.

—¿Qué planeas hacer? —preguntó José.

—Acabaré con ese idiota de una maldita vez.

—Te recuerdo que tienes una herida en la pierna.

—Entonces lo haré sin perder tiempo.

—Te ayudaré.

—Tú ve con las chicas, arranca el tren, como dije ya los alcanzaré.

Sebas no dejó responder una vez más a José y fue con su arma en mano en contra del enmascarado. Los demás ingresaron al tren, ya estando en la cabina de control José les dijo a Milagros y Cecilia:

—Escuchen, con esta palanca accionan el tren, iré por Sebas, y apenas lleguemos, arrancan y nos vamos.

—Está bien, pero ve rápido —dijo Milagros nerviosa por la situación.

José salió del tren para ayudar a Sebas, mientras este último estaba tratando de matar definitivamente a su oponente. El enmascarado tomó su rifle de caza y también comenzó a disparar contra Sebas. Ambos entraron en el juego de tratar de atinar contra su oponente sin que le llegue el ataque de su enemigo. En medio de todo José llegó hasta la posición de Sebas.

—No hay tiempo para esto, tenemos que irnos ahora —le dijo.

—Esta vez debemos matarlo, entre los dos podremos.

—Bajemos al tren, nos están esperando las chicas, no perdamos más tiempo.

—¡Pero debemos matarlo! —dijo apretando los dientes.

—¡Debemos huir mientras podamos! —impuso José.

Sebas dudó unos segundos, pero finalmente decidió hacer caso a José y ambos se dirigieron al tren, el enmascarado al verlos dirigirse al transporte, comenzó a disparar contra ellos, pero Sebas y José lograron llegar a salvo, y una vez dentro, las chicas accionaron la palanca y el tren empezó a avanzar. El enmascarado al ver que estaban escapando comenzó a disparar contra el tren, pero no lograba hacer nada, así que decidió soltar su rifle y levantó su lanzagranadas, lo cargó y disparó. La granada cayó en un vagón trasero del tren, la explosión causó mucho ruido, lo que llamó la atención de una gran horda de infectados que pronto llegaría al lugar. Tras el impacto Sebas dijo:

—¡¿Qué es lo que acaba de pasar?!

—¡No pensemos en eso ahora y solo salgamos de aquí ya! —gritó José.

El enmascarado volvió a cargar su lanzagranadas, apuntó y esta vez disparó contra las vías del tren, esto hizo que el transporte en el que estaban los supervivientes comenzara a descarrilarse, hasta que finalmente terminó estrellándose contra el suelo, este ruido también atrajo más infectados al lugar, y después de unos segundos, del tren salió Sebas.

—¡Otra vez ese idiota! ¡Esta vez sí voy a matarlo! —dijo golpeando con su puño el suelo hecho una furia.

Sebas tomó su arma, pero retrocedió al ver que había varios infectados en el lugar, así que decidió acabar con ellos primero. Varias hordas se acercaban al lugar, ingresando por las muchas entradas de la estación. Los supervivientes finalmente lograron salir del tren, y mientras disparaban contra los infectados Cecilia dijo:

—¿Y ahora qué?

—No tengo idea, ¿algún plan Sebas? —preguntó Milagros.

—Ahora no hay ninguno, solo salgamos de aquí.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now