Lo presiona con fuerza.

Miyamoto, quien yace hastiado de todo el lío lo único que se limita a responder es con su mirada cansada. Ni siquiera le escucha, ni siquiera se deja perturbar por sus amenazas.

—Diré lo mismo que le acabo de decir al estudiante, dejen tomarme mi debido descanso en paz. —suelta aburrido cogiendo la mano del pelirrojo y sacándola como si se tratase de basura, segundos después se sacude limpiando su hombro como si hubiese quedado polvo imaginario con asco.

Kenjirou sonríe y apega su cabeza en contra la de él, generando un choque doloroso. —Así será colega, solo espero que estés haciendo bien tu trabajo y no te dediques a frustrar a los estudiantes... De lo contrario tendrás que sacudir todo tu cuerpo tal y como lo acabas de hacer con tu hombro.

Los ojos de Miyamoto se desvían molestos ante ello.

Y una cuchara irrumpe el momento, Kenjirou gira sus escarlatas de inmediato y ve unos ojos grises fijos sobre sus cabecillas bien juntas.

Kenjirou suda y rápidamente se despega de él, se levanta y avanza hacia la mesa con pasos alargados y ansiosos.

Sacude sus manos, rasca su nariz y guarda sus manos en sus bolsillos observando aquellos ojos frívolos estáticos sobre él cada vez más cerca. — ¡Ryuu! No sabía que también era tu hora de desc—

—Soy Hayashi. —corrige indiferente, interrumpiendole intencionalmente y dando la vuelta una vez deja la cuchara sobre la mesa, abandonando la sala con su taza en mano.

Kenjirou frunce su ceño y en cuanto le ve alejarse camina tras él. No lo duda, ni siquiera se detuvo a pensarlo, sólo avanza porque fue la primera reacción de su cuerpo.

— ¡Oye! ¿Pero por qué te vas? —inquiere alzando su mano derecha para alcanzarle.

—Soy Hayashi. —Es lo único que sale de sus labios a la vez que entra al baño con su café y le cierra la puerta en la cara.

Kenjirou presiona sus labios y pareciera que quiere maldecir, pero acaba cerrando sus ojos y lanzando un suspiro para retomar sus actividades.

Es entonces que mientras camina por el pasillo piensa: —Al menos está vez no me ignoró.

Miyamoto mientras acomoda el cuello de su camisa y escucha los pasos de todos alejarse de su persona, piensa que todos en esa escuela maldita están dementes. Entonces coge su móvil y lanza un suspiro, su bendito descanso se había resumido a ver y tener que soportar acciones de unos reales imbéciles.

Nadie se podía comparar ante él, su ser narcisista no le permitía ni siquiera sentir miedo de las amenazas de nadie.

Porque Miyamoto sabía que todo lo que pisaba se convertía en oro, y que el mundo le debía un favor simplemente por respirar oxígeno, por lo tanto el resto de los lacayos deberían conocer su lugar.

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—Siguiente, sonríe.

Las fotos continuaban y si bien, en un principio estaba nervioso, acabo rindiendose, que las fotografías salieran como debieran salir, Izuku no forzaria nada ni tampoco se dejaría derrumbar por el nerviosismo.

Simplemente disfrutaría este momento presente con Katsuki. Sí, eso es lo que haría.

Así fue cómo las sesiones de fotos habían acabado siendo muy entretenidas. Izuku no podía dejar de sonreír al saber que incluso un pequeño gatito y un gran perro negro estuvieron en las sesiones junto a ellos.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Where stories live. Discover now