HACE 170 AÑOS...

Mulai dari awal
                                    

—Tendremos que volver a buscar en internet y en libros —dijo Marta.

—Sí, tendremos que hacer eso —corroboró Noelia.

—¿Y si conseguimos la información de primera mano? —propuso Guillén.

—¿A qué te refieres? —preguntó Víctor.

—A que si le preguntamos a alguien que sepa de esto, le podremos conseguir toda la información que necesitemos —respondió Guillén.

—Pero para eso ya tenemos internet —replicó Víctor.

—Ya, pero a mi parecer será más fácil —continuó insistiendo Guillén.

—¿Y a quien le pretendes preguntar? —quiso saber Arturo.

—A Raúl —dije adivinando las intenciones de Guillén.

—Exacto —contestó él.

—Me parece bien —dijo Marta.

—¿Y quién le va a preguntar? —observó Natalia.

—Pues los más cercanos a tener la clase Historia, que somos Daniel, Arturo, Adrián y yo —propuso Noelia.

Para la clase de Historia. Noelia, Daniel, Arturo y yo, nos separábamos de Marta, porque ella daba la asignatura en bilingüe francés.

—Vale, ¿entonces le preguntamos nosotros? —dijo Daniel.

—Estaría bien —contestó Natalia al mismo tiempo que tocaba la campana.


Raúl, nuestro recién llegado profesor de Historia, era un hombre alto, de piel blanca, su pelo era negro, corto y rizado y sus ojos también negros. Hay veces que llega muy pronto, otras se toma su tiempo, pero hoy, diría que llegó puntual.

Las mesas iban de dos en dos, es decir nos sentábamos por parejas, había hasta tres columnas y cinco filas. Nosotros cuatro nos sentábamos cerca, Daniel y yo nos poníamos juntos en la tercera fila, en la parte de en medio. Noelia en la misma parte, en la fila de atrás junto con otra compañera y detrás de Daniel, para ser exactos. Arturo se sentaba en diagonal derecha, arriba mío, es decir, la segunda fila en la columna de la izquierda, con otro compañero. Antes de que llegase Raúl, nos apiñamos en mi mesa, para acordar lo que íbamos a decir.

—Bueno, mejor le dejamos terminar la clase, porque no creo que quiera resolver dudas nada más empezar —propuso Noelia.

—Estoy de acuerdo —contestó Arturo.

—¿Quién le llamará? —pregunté.

—Si queréis, yo —se ofreció Arturo.

—Preferiría que fuesen Daniel o Adrián que son los que están en medio, porque si le preguntas tú, igual yo no puedo oír bien —sugirió Noelia.

—Está bien —respondió Arturo.

—Esperemos que nos dé tiempo a preguntarle —comento Daniel.

Muy poco después, Raúl entró por la puerta, nos mandó sentarnos en nuestros sitios y abrir el libro y el cuaderno. Se gastó cuarenta y cinco minutos de los cincuenta que tenemos de clase. Al terminar nos ofreció empezar a avanzar, los deberes que había mandado. Daniel nos miró rápidamente y empezó a hablar.

—Raúl, ¿puedes venir? —dijo Daniel, levantando la mano.

—Sí claro —contestó al mismo tiempo que se acercaba a la mesa de Daniel.

El Misterio del Gran CharcoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang