especial 1k

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imagina: entras al altar y jean tiene ganas de llorar.

...

El castaño respiró hondo, mirando hacia sus zapatos, nervioso. Esperaban a que (n) estuviera lista para poder comenzar la ceremonia. Sin embargo, la mujer ya se había tardado bastante, lo que preocupaba mucho a Jean pues tenía miedo de que ella cambiara de parecer o que llegara alguien y dijera que la boda se cancela porque ella se había escapado por la ventana de algún baño, Dios, si eso pasaba él iba a colgarse.

Connie, que se encontraba a su lado como uno de los padrinos, se fijó en lo que Jean estaba pensando por la mirada tan extraña que tenía hacia el piso. Tocó el hombro de su amigo y él de inmediato volvió a la realidad.

—No pienses en tonterías, Jean, (n) te ama más que a nadie en el mundo, así que dejá de preocuparte, tonto.

kirschtein tragó saliva, asintiendo a lo que su mejor amigo dijo. Cerró los ojos, pero luego los abrió de inmediato al escuchar el piano ser tocado con la melodía para la entrada de la novia. Jean abrió sus ojos por completo, asombrando por lo maravilloso que su prometida se veía con aquel enorme vestido blanco. Su corazón latió con más rapidez y su garganta quedó seca. Por un momento, el tiempo se volvió lento y sus ojos brillaron por la mujer con el velo puesto, tan perfecta y hermosa dentro de ese vestido de novia. Sintió extrañas ganas de llorar, pero no lo hizo, aunque Connie le ofreció un pañito pero el castaño lo desechó, avergonzado.

Cuando la mujer estuvo a su lado, Jean se quedó inmovil, admirando el bello rostro de su novia detrás del velo. Magnifica y preciosa, así estaba pensando él en ese momento. Cobró la compostura al sentir el leve toque de Connie. Movió ligeramente su cabeza y apartó el velo del rostro de (n). Su corazón estaba que se salía de su lugar.

—Hola. —le sonrió, tomando la mano del castaño.

—Ho-hola. —sonrió nervioso con sus mejillas ardiendo.

El sacerdote comenzó a decir el mismo discurso de cualquier boda, tomando la atención de todos en el lugar. Connie y Sasha, los encargados de los anillos, le hicieron entrega a la pareja de las sortijas en el momento en que ambos dijeron sus votos al otro, conmoviendo el corazón de ellos mismos y el de algunos también.

—(n) (a), ¿Aceptas a jean kirschtein como legítimo esposo para amarlo y respertarlo, serle fiel y estar a su lado en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, en la alegría y la tristeza, durante todos los días de tu vida, hasta que la muerte los separe?

—Acepto.

—jean kirschtein, ¿Aceptas a (n) (a) como legítima esposa para amarla y respertarla, serle fiel y estar a su lado en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, en la alegría y la tristeza, durante todos los días de tu vida, hasta que la muerte los separe?

—Acepto.

—Por el poder que me es otorgado, los declaro marido y mujer, ya puedes besarla.

Llevó sus manos al rostro de ella y se acercó a sus labios, besandolos con mucho amor y dulzura, sonriendo alegre. Las personas aplaudieron y gritaron felices por los recién casados. Jean abrazó a su esposa y le susurró al oído cuánto la amaba, recordándole que aquella promesa de niños se pudo cumplir.

...

imagina: algunos meses de embarazo junto a jean.

nota: modern au.

...

Hace tres meses que (n) y Jean se habían enterado de que tendrían un bebé, colocando a la pareja feliz pues ambos querían ser padres y consiguieron lo que anhelaban. Sin embargo, la (c/c) comenzó a detestar lo que conllevaba el embarazo, una fase a la cual quería ponerle fin de una buena vez. No soportaba devolver la comida y tampoco los malestares que se presentaban constantemente. Solía culpar a jean en forma de broma y la primera vez que lo hizo, kirschtein no lo había captado, lo que causó una pequeña discusión en donde la embarazada terminó llorando y Jean durmiendo en el sofá cama.

𝘫𝘦𝘢𝘯 𝘬𝘪𝘳𝘴𝘤𝘩𝘵𝘦𝘪𝘯 , 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 Where stories live. Discover now