Capítulo 3: Primavera

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Xiang Cheng lo siguió y corrió mientras cargaba esa enorme mochila que era tan amplia como dos personas. Como una ráfaga, pasó por la entrada del quiosco, luego cruzó la calle y un automóvil frenó de golpe, tras esto, el conductor lo insultó pero él lo ignoró impulsándose de la barandilla de piedra; después saltó y caminó por el paso elevado hacia un callejón silencioso y tranquilo.

Dos adolescentes estaban frente al negocio de un cerrajero, preocupados por la maleta de cuero. Xiang Cheng gritó enfurecido y sacó un palo de madera de la mochila. Dio un paso adelante e hizo un gesto con la mano provocándolos.

En ese momento, el dueño de la cerrajería gritó de manera inesperada—: Si van a pelear, ¡háganlo lejos de aquí!

Con una patada, Xiang Cheng mandó a volar el puesto. Los ladrones tomaron la maleta y huyeron; corrieron por el pasillo subiendo apresuradamente las escaleras pero el equipaje se atascó en la puerta de seguridad, por lo que quedó en el suelo unos instantes antes de ser recuperado por los bandidos.

—¡Regrésenmela!

Los adolescentes abrieron la valija en la esquina de la calle y se asombraron. En ese breve lapso de tiempo, Xiang Cheng había saltado ágilmente de la barandilla hacia el tercer piso.

En el oscuro edificio de apartamentos, los ladrones sacaron rápida y energéticamente el contenido mientras el hombre estaba a punto de alcanzarlos; sin embargo, los contrarios se defendieron, uno de ellos giró la maleta hacia Xiang Cheng.

El polvo blanquecino del interior se esparció mezclándose con algunos extraños objetos y rociándolo completamente. En ese instante se sorprendió.

Los adolescentes se dieron la vuelta y escaparon. Xiang Cheng dejó escapar un rugido enojado de desesperación desde lo más profundo de su corazón mientras se apresuraba hacia los adversarios; tomó el cuello de uno de los ladrones y lo estampó contra la pared. Con un ruido sordo, la otra parte instantáneamente colapsó.

Xiang Cheng quedó atónito. Parado ahí, jadeaba rápidamente, cubierto de polvo blanquecino que caía como la nieve y flotaba a través de la luz del día en el edificio de apartamentos.

Sus ojos eran de un rojo brillante, y como si hubiera perdido toda la energía de su cuerpo, se arrodilló estremeciéndose al mismo tiempo que recolectaba todo el polvo. Mientras temblaba, guardó la blanca tierra en la maleta de cuero.

Afuera de la edificación estaba la policía, la cual gritaba una frase por el megáfono.

Xiang Cheng intuyó que llegaron los problemas; levantó su equipaje y se preparó para irse. Pero no esperaba que la cerradura estuviera completamente destrozada, por lo que cuando levantó la valija, el polvo se derramó de nuevo por todo el suelo.

Los oficiales se apresuraron a subir al segundo piso.

—No soy una mala persona. —explicó.

No obstante, los agentes se lo llevaron sin dejarlo decir ni una palabra.


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Crepúsculo, en la estación de policía:

Un oficial registraba la tarjeta de identificación del hombre y todos los presentes se miraron entre sí.

—¿A qué te dedicas? ¿Cuál es tu profesión? —preguntó uno de los policías.

Abrió la enorme mochila y vaciaron todo lo que estaba en su interior: una cadena de antiguas monedas de cobre, una campana, un bulto de cuerda roja, una pasta dental marca Zhonghua, un cepillo de dientes cuyas cerdas estaban pegadas entre sí, una vara de metal inoxidable plegable, un paraguas, tres grandes cúmulos de pergaminos amarillentos, una revista literaria llamada Colección de Historias, el libro de Crónica de plata[3], un paquete versión chibi multicolores de estatuas protectoras contra el mal, dos paquetes de toallas sanitarias, algunos pares de ropa interior colorida, tres camisetas sin mangas con manchas de sudor, analgésicos, el medicamento Yunnan Baiyao, una botella de vidrio llena de agua hervida, una pila de papel rojo donde en las tres piezas superiores tenían extrañas bestias de lengua larga dibujadas torcidamente; una bolsa de supermercado utilizada para guardar comida, en el cual se almacenaba medio bote de soya, dos platillos de mostaza Fuling en escabeche y unos panecillos endurecidos al vapor. También había una caja de rapé[4], un juego de edredones, una tienda de acampar, una almohada y una sábana de tela roja bordada con extraños yaoguais.

Aviso Posterior al Entrenamiento: Exorcista Registrado de Primera Clase NacionalWhere stories live. Discover now