Hemos escuchado mucho hablar de la relación Mago-Muggle, pero jamás hemos escuchado de la historia detrás del romance.
Evangeline Moore, una chica Muggle que no podía llevar una vida más del común, se ve envuelta en un enredo mágico al conocer a Fre...
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LA SEMANA HABÍA pasado en un abrir y cerrar de ojos, y las cosas, al menos para Evangeline, empezaban a mejorar.
Ya comenzaba a acostumbrarse a vivir con Fred y George y todos los desastres que eso conllevaba, se había acostumbrado también a trabajar en la tienda, aquello había sido posiblemente lo mejor de toda su semana, ya no se quedaba arriba mirando al techo aburrida sin nada qué hacer. Ahora solo estaba arriba cuando necesitaba preparar más de los dulces de la tienda, o cuando la tienda ya estaba cerrada y los muchachos también subían.
No podía negarlo, le empezaba a gustar su nueva "normalidad".
Pero, a diferencia de ella, Fred y George cada vez se veían peor. Era más que obvio que las noches no eran fáciles para ninguno de los gemelos, las bolsas en sus ojos lo delataban, y a pesar de que seguían sonriendo, bromeando y haciendo todo tipo de tontadas en la tienda, Evangeline percibía todo lo contrario.
Percibía que esa vibra "Fred y George" ya no era lo mismo, además de que, su instinto, aunque acreciente de magia, con una sola mirada le decía que algo andaba mal, y a este punto ya podía decir que los conocía lo suficiente para asegurarlo.
La tienda había sido una total locura toda la mañana, no había parado de correr de un lado para otro, por lo que Fred, al verla tan cansada, le sugirió que fuera a tomar una siesta, y Evangeline no se puso a aquella idea.
Cuando despertó, se sorprendió al ver el atardecer por la ventana. Se levantó de un golpe. Le había pedido a Fred que la levantará en dos horas, pero al parecer, el muchacho se había olvidado.
Pensó en seguir durmiendo, seguir derecho hasta el siguiente día, no tenía hambre y quedaban sobras de la cena de ayer que Fred y George podían comer. Pero justo cuando se estaba acomodando de nuevo en la cama, un grito la espantó y la hizo volver a levantarse de golpe.
Dudo en si salir del cuarto a ver de qué se trataba todo eso, después de todo, no vivía con cualquier persona, vivía con Fred y George Weasley. Pero después de otro grito, se levantó de la cama como si fuera un rayo, se colocó las sandalias, y salió de la habitación de Fred con el corazón golpeándole en el pecho.
Cuando llegó a la sala, se detuvo en seco. Habían más ojos de los que había esperado sobre ella, más cabezas desconocidas, quienes pusieron sus nervios de punta.
Tragó en seco, quería retirarse, pero una mano en su espalda la detuvo. Se volteó con un saltito sorprendido, para quedar frente a Fred quien la miraba consternado y apenado, las bolsas en sus ojos, al estar sus rostros tan cerca, se notaban mucho más ahora. Su propio rostro se contrajo en preocupación, el muchacho no se veía bien, y bueno, no es que ella supiera mucho sobre guerras mágicas, pero suponía que así se veía una persona que vivía —y peleaba— en una.
