Hemos escuchado mucho hablar de la relación Mago-Muggle, pero jamás hemos escuchado de la historia detrás del romance.
Evangeline Moore, una chica Muggle que no podía llevar una vida más del común, se ve envuelta en un enredo mágico al conocer a Fre...
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TODO HABÍA SIDO una locura ese día, cada músculo en su cuerpo le dolía, y su más grande deseo en ese momento era estar envuelta en sus sabanas con la cabeza reposando en su cómoda almohada. Se apoyó en la puerta de entrada, tratando de recuperarse aunque sea un poco antes de girar la llave y entrar en su apartamento.
De inmediato, sin siquiera parar para buscar algo de comer, se dirigió a su habitación. Torpemente sacó las propinas del día y las tiró cerca de los jarrones de vidrio sin mucha gana, después organizaría todo. Llevó su mano a su cuello y lo masajeo un poco, emitiendo cada nada pequeños gemidos de dolos, cerrando los ojos con fuerza. Se arrojó de cara a su cama, e incluso en aquella rara posición en la que quedó, con sus pies colgando en el borde y su cara hundida en una almohada, le tomó tan solo segundos quedarse dormida.
...
—Por el amor a Merlin. ¿Quieres calmarte, hermano? Me estás mareando —se quejó George dándole un pequeño golpe a la madera del mostrador, mirando a su hermano con irritación.
—Lo siento.
Había estado dando vueltas en un mismo lugar por más o menos una media hora. Ayer en la noche le habían mandado una carta a Hermione pidiéndole, o más bien rogándole, por ayuda para hacer funcionar esa cosa del demonio al que los Muggles llamaban teléfono.
—No te preocupes, va a responder pronto, es Hermione de quien hablamos.
—Lo sé, lo sé. Pero ¿y si Evangeline piensa que no quiero llamarla? ¿Y si piensa que ya no quiero verla?
George alzó una ceja con picardía ante las palabras paranoicas de su hermano. Y Fred, al caer en cuenta de su error, se sonrojó y rápidamente trató de corregirse.
—Como amiga, que no quiero seguir viéndola, como amiga.
—Claro, claro —rió George, haciendo que su hermano se sonrojara más—. Fred, enserio, ¿por qué no mejor abrimos la tienda, nos ponemos a trabajar, esperamos a que Hermione responda, y luego llamamos a tu "amiga"?
—Okey, buen plan, haremos eso —concordó Fred, asintiendo levemente con una mano en la barbilla. Comenzó a caminar hacia el almacén para comenzar el conteo del inventario, cuando otra posible paranoia cruzó su cabeza y se volteó de nuevo hacia su hermano—. ¿Y si...?
