como se enteraron los demás

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❬❛❛ Oh, dear diary ❜❜❭

La historia de como Ron Weasley se enteró de que su mejor amigo tenía una relación con Draco Malfoy se había convertido en un clásico, historia que los matrimonios Malfoy-Potter y Weasley-Granger contaban con nostalgia y cariño a sus respectivos hijos, así como también se había convertido en un clásico que año tras año, al reunirse en la madriguera para celebrar la época de Yule y Navidad, siempre se mencionaba de alguna u otra manera.

Pero, ¿qué tal las historias de cómo se enteraron todos los demás?

1995, Hogwarts, torre de Gryffindor

Puede que sí o puede que no, Draco tenga que aprender a decirle a su novio que no. Aunque tal vez debió haberse negado antes de que cierto azabache lo arrastrara por toda la torre hasta quedar frente al cuadro de la Señora Gorda, que los veía con una mezcla de confusión e indignación.

Vamooos, amor, lo prometiste —lloriqueó haciendo un puchero que no ayudaba mucho a los intentos de Draco por negarse.

—Técnicamente no prometí nada. Solo dije que te acompañaría a cambiarte, pero jamás dije que entraría —repitió por tercera vez, en el tono más paciente que podía adquirir su voz mientras Harry lo jalaba de la manga con la suficiente fuerza como para que no se fuera.

Amooor, será rápido —insistió, y algo en sus ojos hizo pensar a Draco que su querido Leoncito tenía razones ocultas para convencerlo de entrar a la sala común.

—Harry, ¿para qué quieres que entre?

Harry negó con la cabeza y su cara se transformó en esa expresión que —él creía— había copiado de las fotocopias Weasley.

Mala señal.

—Nada, nada. Solo quiero que me acompañes, ¿si? —Sonrió, pero esa sonrisa no lo tranquilizo para nada—. Además, ¿no tienes curiosidad de saber cómo se ve la sala común de Gryffindor?

—Cariño, lo único que me podría llegar a interesar esos leones imprudentes está aquí, jaloneándome y lloriqueando.

—¡Draco!

—¡Está bien, está bien! Entro contigo —dijo rindiéndose de una vez por todas—. Que malcriado que estás.

—Tú eres quien me consiente, no te quejes —Harry esbozó una sonrisa y lo tomó de la mano para por fin entrar a la sala común.

—¡Oh, el joven amor! —chilló la dama gorda al verlos—. En mis tiempos no era muy común que dos magos estuvieran juntos, pero yo tenía unos amigos que-

»Cachivache» —la interrumpió Harry poco interesando en su relato.

La mujer al escuchar la contraseña les dedicó una mirada de indignación que fue ignorada por la pareja, que entró con prisa a la sala.

En el instante en el que Draco puso un pie en la sala común pudo ver cómo varios Gryffindor's le dedicaban desde miradas confundidas, hasta miradas furiosas, asqueadas y alguno que otro cuchicheo que no le agradó para nada.

Mala idea no, pésima idea.

Quedó tan inmerso en las reacciones de los compañeros de casa de su novio que no notó cuando este lo soltó.

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