9. Ataque preventivo (80)

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Gu She no sonreía mucho, pero cada vez que lo hacía, se veía muy bien. Tao Mo lo miró y se sintió un poco más enamorado.

La sonrisa de Gu She se desvaneció de poco.

Tao Mo se sobresaltó: "¿Tienes dolor?"

Gu She guardó silencio.

Tao Mo rápidamente dio un paso adelante, con ganas de ver que estaba pasando, pero sintió que era inapropiado, ansioso como una hormiga en una sartén caliente. Estuvo deambulando frente a la cama.

Gu She no pudo apartar la mirada y dijo con ligereza: "Esta bien".

"Es todo mi culpa". Tao Mo se agachó lentamente, con los ojos a la altura de Gu She: "Si no hubieras intentado salvarme, no habrías sufrido este daño".

"¿Qué te importa si la calamidad está destinada por el cielo?", dijo Gu She con un rostro inexpresivo.

Tao Mo: "No es que no quiera ser un funcionario, en realidad tengo miedo de arrastrar a los demás conmigo".

Gu She se quedó en silencio durante un tiempo antes de decir: "¿Crees que me has arrastrado contigo y por eso no quieres ser un funcionario?"

Tao Mo sólo sintió amargura en su boca y susurró: "No sólo tú. También está mi padre, Lao Tao, Hao Guozi..."

Él ha había mucho daño a la gente.

Gu She: "No sé cómo tu padre tuvo un accidente, pero puedo ver que Lao Tao y Hao Guozi no se sienten víctimas".

Tao Mo parpadeó con los ojos ligeramente enrojecidos.

"Si quieres hablar", el ceño de Gu She se arrugó ligeramente. No era una persona a la que le gustara husmear en asuntos privados, e incluso podría decirse que no tenía ningún interés en los asuntos privados de la mayoría de la gente. Sólo que la otra parte era Tao Mo, y habló con vacilación: "No me vendría mal escucharlo".

Tao Mo se abrazó a las rodillas y se echó hacia atrás, sentándose en el suelo, apoyando la barbilla sobre estas mientras relataba los acontecimientos de aquel año.

Este era el recuerdo más hiriente y doloroso en su corazón, donde su ingenuidad, su ignorancia, su estupidez, y las consecuencias irreversibles de estas. Pensó que cuando volviera a sacar el tema, su corazón debía doler más allá de las palabras.

Pero cuando lo dijo de verdad, se dio cuenta de que el recuerdo se había grabado en sus huesos, de modo que quedaba marcado y se hacía indeleble, aunque no se ensangrentara como la primera vez.

Gu She escuchó en silencio y no interrumpió.

No fue hasta que Tao Mo llegó a las últimas palabras de su padre, con la voz entrecortada hasta el punto de no poder continuar, que habló: "Tuviste un buen padre".

Tao Mo enterró la cabeza en sus rodillas, permitiendo que las lágrimas siguieran cayendo de sus ojos.

Gu She: "Así que no deberías fallarle".

Las manos de Tao Mo se tensaron mientras se abrazaba sus rodillas.

"Para vengarlo". Gu She dijo en un tono más que habitual: "... y llevar a Huang Guangde ante la justicia".

Tao Mo levantó la vista, sus ojos llorosos ardían, pero las llamas ocultaban un atisbo de incertidumbre: "¿Yo?"

Gu She: "Uno debe tener su propia venganza".

"Pero él es el magistrado de la prefectura".

"¿Y qué?", preguntó retóricamente Gu She.

Tao Mo susurró: "Es un gran funcionario".

Love is More Than a Word // Traducción EspañolWhere stories live. Discover now