Capítulo 7

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El chip de conocimientos

Rodaric despertó muy alterado, siempre se mantuvo sabiendo que era un sueño, pero ahora era más que eso. Se sentía muy mal, la angustia lo invadía por la empatía que obtuvo desde que se enteró de que Yata era su pasado; y el sueño había sido muy fuerte, intrigante y con muchas preguntas por resolver, casi deseaba volver a dormir para saber lo que pasaría después.

Él se levantó, se lavó la cara y se vistió tal como le habían recomendado antes, con un estilo más limpió y acuerdo a la moda. Al salir de su cuarto se dirigió directo al salón real. Cuando llegó a la puerta escuchó que Alón estaba hablando con alguien, por los gritos era claro que discutían de algo muy serio.

—¡Es imposible! Esa chica no puede haber logrado todo eso así de fácil, es de otro tiempo, no tiene registros, identidad, dinero ni nada y no pudieron detectarla. ¡Así que si ella se escapó es su culpa!

—Ya tenemos su identidad, pero es lógico que no es real, alguien le ayudó a encontrar una chica que se parece a ella, vive en el país de Mirtha y tiene 21 años... por cierto, ya busqué en todos los registros históricos y no existe información con el nombre de Rodaric. En la batalla contra Erok únicamente estuvieron Yata y sus amigos y esa chica, debe ser Asura, sus poderes coinciden.

—¿Asura? —preguntó el emperador intrigado.

—Si, como ya sabrás en la historia, Yata pertenecía a la pluma negra y tenía un grupo que era conformado por Asura, Yagami y Saki: Una dibond de energía, un elfo alquimista y una elfa espiritual.

Rodaric tocó a la puerta y Alón la abrió usando un botón holográfico que solo él podía ver con sus gafas. Al entrar, el emperador lo saludó y le dijo:

—Me alegra verte, justo ahora iba a llamar por ti ¿Te quedaste dormido o algo así? Tenemos una cita con el hospital tecnológico, sé que no recuerdas nada y que es imposible devolverte la memoria, pero tengo una solución —dijo estirando la mano para tomar su teléfono y hacer una llamada—. Qué tal Nio, alista mi vehículo, saldremos a la cita de las diez, ¡Gracias! En un rato llego.

—¿A dónde iremos? —preguntó siguiendo al emperador que ya se dirigía a la salida, el gesto curioso de Rodaric era evidente, su mente se llenaba de dudas sin respuestas, pero algo era claro, Alón quería ayudarlo con su pérdida de memoria—. ¿Qué me darán?

—Un chip, es un dispositivo tecnológico muy moderno, pero una vez que se te entregue entenderás que es, y más que eso, lo sabrás todo... se podría decir que te entregaremos conocimiento.

—Eso suena muy bien, me he sentido muy mal con todo lo que me rodea, saber qué es lo que veo y lo que puedo hacer con las tecno-logías... no sé si se llamen así. Pero sería genial.

—Pues en ese caso hay que darnos prisa, sígueme.

Ambos caminaron por los pasillos del palacio hasta subir por otro ascensor gravitacional y llegar al séptimo piso del lado oeste, donde se encontraba un gran estacionamiento. Cuando salieron del Ascensor, Alón se dirigió con una persona que se encontraba parado frente a ellos.

—Buen día Nio, vengo por mi vehículo, ¿Ya lo tienen listo? —preguntó mientras el sujeto sacaba de la bolsa de su traje un objeto y presionaba un botón.

—¡Claro que sí! Está listo —dijo cuando la pared de aquel pasillo amplio que no parecía tener salida giraba como un gran cubo que dio media vuelta dejando ver al vehículo en su interior y la ciudad al fondo.

Ambos subieron, y se acomodaron en sus asientos, a Rodaric le costó entender lo que estaba haciendo y el motivo por el que debía subir a eso. Cuando Alón encendió la nave, Rodaric se asustó al sentir cómo se elevaba del suelo, el Emperador sonrió un poco al verlo.

Courband: La Noche EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora