Capitulo 14.

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Los meses habían pasado tan lento como un reloj de arena, pero para los jóvenes, esto había sido más un regalo que algo para quejarse.

Naruto, Sasuke y Sai habían comenzado a llevarse mejor, mucho más después de que Sasuke apoyara a la familia Hyuga con la reconstrucción de su casa gracias al apoyo monetario de su madre. El pelinegro menor de los Hyuga había agradecido casi con lágrimas en los ojos semejante gesto por parte del novio de su mejor amiga.
Habían comenzado a entrenar hechizos juntos, Sakura les haba contado parte de la carta de la matriarca Uchiha a sus dos amigos, con autorización por parte de su novio, claro. El único que no lo tomo a la ligera fue el rubio de lentes, a quien esta noticia alarmó tanto que quiso ir a informarle al director Jiraya, pero cuando lo hizo, el profesor no se encontraba en el castillo. Por lo que decidieron prepararse para cualquier posibilidad.

Sakura estaba en la mira del ojo de Bellatrix, muy a pesar de Sasuke, y para preocupación de sus amigos, por lo que no se opusieron a la idea de comenzar a buscar hechizos defensores y de ataque para una posible invasión al castillo. Sopesaron la idea de incluso pedir ayuda a el profesor Asuma, quien había accedido a ayudarles con unos cuantos hechizos nuevos pero sin tomar muy enserio el peligro de una próxima invasión, era optimista en pensar que los mortifagos nunca podrían franquear la seguridad del castillo.

El año escolar casi terminaba, faltaban unas cuántas semanas más y conforme los días pasaban, la idea de un ataque al colegio se iba debilitando en la mente de los jóvenes que comenzaron a relajar su entrenamiento.

Salían de clases con la profesora Tsunade mentalmente agotados, Sasuke y Sakura salían de la mano, como siempre, del aula. Se ponían de acuerdo con ir a tomar un poco de aire fresco o ir al Gran comedor a reunirse con sus amigos a la hora del almuerzo. Sasuke solo quería pasar tiempo a solas con su novia, no había tenido oportunidad de estar junto a ella mucho tiempo en los últimos meses y quería poder abrazarla y disfrutar a su lado sin que un rubio lo mirara con burla y un pelinegro celoso se burlara diciendo que buscarán un hotel. Ese par se había ganado su confianza y su amistad, muy a su pesar, había comenzado a apreciarlos y a preocuparse por ellos, igual que Suigetsu y Juggo quienes habían regresado de las vacaciones de navidad más empalagosos que nunca, pero con todo eso no se les quitaba lo perdedor a ninguno, claro que no.

- Vamos afuera un rato - pidió el azabache apretando la mano de su novia - luego iremos al Gran comedor ¿Si?

- Pero muero de hambre - respondió la chica con un puchero en los labios.

- Te llevaré a comer a otro lado si quieres - le propuso el chico. Sakura se lo pensó, valía la pena, pasaría tiempo con su novio y comería algo a su gusto.

- Bueno - sonrió la chica gustosa levantándose de puntillas para alcanzar a darle un beso fugaz a los labios del azabache, quien se sonrojo por el acto, se aclaró la garganta, desvío la mirada avergonzado y se acomodo su mochila y el bolso de su novia, que llevaba cargando desde que salieron de clase, en su hombro.

Continuaron caminando mientras se ponían de acuerdo en que comer, en si iban a cambiarse o se iban con su uniforme puesto y los bolsos llenos de libros, pasando por los corredores llenos de alumnos que ya no se sorprendían al ver a ese par de la mano.

No había persona en el castillo que no estuviera al tanto de la relación de esos dos, al principio se les hacía extraño, incluso unos se frotaban los ojos pensando que era una ilusión cuando los veían charlar sonriendo, caminando de la mano o incluso soltarse pequeños gestos cariñosos como besos y abrazos, no eran muy demostrativos, de hecho pasaban como una relación bastante modesta en comparación con las de sus amigos el Uzumaki y el Hyuga quienes andaban por ahí siendo cariñosos a la vista de todos y sin pena. Si no fuera porque caminaban siempre de la mano y en más de una ocasión se les veía soltarse pequeños besos o gestos cariñosos, pasarían como un par de muy buenos amigos. El Uchiha era reservado, siempre lo había sido, solo en confianza podía demostrar lo muy cariñoso con su novia que era realmente, pero frente al tumulto estudiantil tenía que seguir aparentando su muy notable seriedad, tenía una reputación que cuidar, según había dicho a Suigetsu y Juggo que casi se ahogaron de la risa cuando lo escucharon.

La magia del cerezo azabache. SasusakuWhere stories live. Discover now