La ecografía

117 8 2
                                    

El sanador muggle esparcía con cuidado la extraña crema sobre la enorme barriga de Rachel, que mantenía su mano enlazada con la de James, que miraba cada uno de los movimientos del sanador muggle con curiosidad. La madre de Rachel no había podido acompañarlos aquel día y la verdad era que ambos se alegraban por ello, aunque jamás se lo dirían.

—¿Habéis pensado ya algún nombre para el bebé?

La mirada de Rachel se apartó del extraño monitor y se posó en James, que negaba con la cabeza.

—No, estábamos esperando a saber si era un mini yo o una mini Rachel.

—Padres primerizos, ¿no?

Ambos asintieron, mientras el hombre guardaba la crema. Parecía llevar muchos años haciendo aquello.

—¿Irán a por más después de este o lo dejarán sin hermanitos?

De nuevo, fue James el que respondió. Rachel parecía estar deseando que un agujero se la tragase.

—Si tenemos otro hijo, mi abuela me mata. Mi familia está empezando a coger fama de reproducirse como conejos.

—Cuantos más mejor, hombre. Así podréis jugar un buen partido de baloncesto todos juntos.

—Estoy seguro de que ya podemos hacer más de tres equipos —respondió James, orgulloso de saber lo que era el baloncesto.

La segunda vez que salió con Rachel, ambos fueron a ver un partido, donde el joven pudo conocer la faceta fanática de Rachel. Estaba seguro de que ella era peor que él cuando veía un partido de quidditch.

El sanador muggle lo miró sorprendido, pero no hizo ningún comentario. Sacó una extraña máquina y empezó a pasarla por la barriga de Rachel, mientras observaba el monitor. James no pudo evitar dar un respingo cuando apareció una imagen en la pantalla. Era el bebé, sin duda.

—Mirad, aquí está vuestro bebé.

Ambos miraban al monitor asombrados, no se veía muy bien, pero sin duda era un bebé. James podía distinguir la cabeza, pero poco más. Era increíble las cosas que creaban los muggles, si su abuelo estuviera allí con él, no pararía de hacer preguntas. Pero James no era capaz de hacer ninguna, se había quedado sin habla. Aquella imagen le estaba mostrando a su hijo, no se lo podía creer, su hijo.

—Estáis de suerte, vais a poder saber el sexo del bebé, ¿os lo digo?

—¡Sí, por supuesto! —respondió un emocionado James.

No sabía cómo, pero aquel hombre parecía distinguir la zona que les diría si iban a ser padres de un niño o de una niña. James miró sonriente a Rachel, estaba emocionado y no podía ocultarlo, y cuando vio en el rostro de ella curiosidad, se sintió feliz. Era una extraña felicidad, pero al fin y al cabo era felicidad. Si mostraba curiosidad, a lo mejor también quería decir que empezaba a interesarse por el bebé, o que estaba reconsiderando el hecho de ser madre o no.

—Felicidades, es un niño.

—¡Un niño, Rachel, es un niño! —gritó James.

Hasta ese momento no se había dado cuenta, pero saber el sexo del bebé le había emocionado. Se sentía como si hubiese dado un paso hacia delante, como si todo empezase a avanzar como debía. Incluso Rachel sonreía.

—¿Queréis llevaros una fotografía de la ecografía?

—¡Sí, sí! ¿Cuándo se podrá ver mejor a mini James? ¿Dentro de unos meses o hay que esperar a que nazca?

—Muchacho, tranquilízate —respondió el sanador muggle riéndose—. Dentro de unos meses podrá hacerse la tercera ecografía y ya podrás verlo mucho mejor, hasta entonces, tendrás que conformarte con esto.

Papá por sorpresaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora